Quemar mobiliario urbano es una acción habitual en huelgas multitudinarias o en protestas, cuando los manifestantes desean hacer ruido. Como acción aislada, el hecho de prender fuego a un contenedor trasciende al simple vandalismo y podría conectar con la psicología del individuo que lo hace: no es el acto de un gamberro que se aburre, es síntoma de que ese gamberro lleva un pirómano dentro.

Personas que se quedan a ver el contenedor ardiendo porque les encanta contemplar las llamas. El pasado viernes, bomberos del Consorcio de Extinción de Incendios y Salvamento de la Región de Murcia (CEIS) tuvieron que salir hasta cuatro veces de madrugada a apagar incendios de contenedores de residuos en San Pedro del Pinatar. El presunto responsable fue detenido. En febrero, la Guardia Urbana de Barcelona arrestaba a un pirómano reincidente por la quema de contenedores de basura en el distrito del Eixample, que ya había sido arrestado otras cuatro veces por los mismos hechos. En diciembre, la Policía Local de Córdoba informaba de la detención de un varón que reconoció ser el autor de incendios en contenedores y otros elementos como una papelera y un toldo en diversas calles del Distrito Sur.

Confesó ser el autor de los incendios pero no tenía ni idea de cuántos contenedores había quemado.

Sin investigación

En la Región de Murcia, cuando se da parte del incendio de un contenedor, no se abre una investigación. Así lo revela Julio Recalde, inspector de Policía Científica de Murcia especialista en la investigación referente a incendios.

En este sentido, Recalde subraya que a estos gamberros con tendencias pirómanas «les gusta ver cómo intervienen los bomberos», por lo que no es raro que se queden cerca cuando estos profesionales sofocan las llamas.

«¿Qué contenedor arde por sí solo? Es provocado sí o sí. Pero aquí no hay una investigación. Cuando incendian un vehículo, sí», indica el inspector.

La piromanía (´pyrós´ significa en griego ´fuego´ y ´manía´ significa ´locura´) es la tendencia patológica a la provocación de incendios. Según detallan los especialistas, es un desorden mental muy raro. En la Región, quienes lidian con ellos son más guardias civiles que policías nacionales, ya que los pirómanos actúan pegando fuego al monte. El pasado mes de febrero, sin ir más lejos, se detenía al autor material del incendio que se iniciaba en el paraje de El Peralejo, en la umbría de la Sierra de la Puerta (Calasparra).

En la Región de Murcia no hay grupos especialistas en investigación de incendios. En el caso de la Guardia Civil, el equipo se traslada desde Valencia. En cuanto a la Policía, vienen desde Madrid si es preciso. En ocasiones, apunta Recalde, se desplazan con perros adiestrados especialmente para buscar acelerantes de la combustión. «Sólo están allí, no merece la pena tener un grupo en todas las dependencias», considera el inspector.

Y es que en la Región de Murcia «el número de siniestros con fuego no es muy elevado, dos o tres al mes», indica.

«Cuando es algo importante, vamos dos o tres personas», dice. «En Valencia llegaban a tener hasta 600 casos al año», asegura al respecto.

El ámbito de actuación, «desde naves industriales a un piso, un establecimiento o vehículos». En este último caso, el modus operandi más habitual es que «roban el vehículo y le prenden fuego», con lo cual el coche en cuestión «queda totalmente calcinado», manifiesta Recalde.

Y es que «el fuego es algo que destruye y, de alguna manera, provoca en la gente una sensación de pesadumbre increíble», resalta.

La labor que realizan los investigadores especialistas en la Región «es un trabajo un poco arqueológico, porque buscamos el fondo, y suele estar abajo», especifica Recalde, que hace hincapié en que la Policía trabaja codo con codo con los Bomberos, y que «nuestra colaboración es total».