El embarazo puede ser una oportunidad perfecta para dejar de fumar. Así lo creen los responsables de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital Virgen de la Arrixaca quienes, alertados por el hecho de que la mitad de los fetos murcianos estén expuestos al humo del tabaco, han puesto en marcha unos talleres para padres ´embarazados´ con los que dejar de fumar. El doctor Juan Antonio Ortega, responsable de esta Unidad, recuerda la importancia de sacar el tabaco de nuestras vidas, ya que entre las principales enfermedades pediátricas asociadas a su humo se encuentra el retraso en el crecimiento o la muerte súbita infantil, así como malformaciones congénitas, asma o rinitis, entre otras.

«El tema del tabaco en el embarazo es un tema tabú y a muchas futuras mamás les da vergüenza reconocer que fuman, se sienten mal por hacerlo, de ahí que hayamos apostado por el trabajo en grupo en el que comparten sus experiencias, sus miedos», según explica Miguel Felipe Sánchez, enfermero que imparte estos talleres y responsable de la Consulta de Salud Ambiental Reproductiva de la Arrixaca, quien también recuerda la importancia de implicar a los papás, que son la otra mitad del embarazo.

«Que vengan ellos es fundamental», dice Sánchez, ya que en ocasiones no fuman las madres sino los padres y el tabaquismo pasivo es igual de nocivo. Además, las partículas del tabaco quedan pegadas a la ropa y, en los primeros meses de vida, el niño, que respira tres veces más rápido que los adultos, pasa la mayor parte del tiempo en brazos de sus padres inhalándolas. Este enfermero afirma que «a las mamás se les exige todo, que tengan instinto maternal, que lo hagan bien... pero no siempre es fácil actos como este, el dejar el tabaco, y aún más si su pareja también fuma. De ahí que digamos que dejar el tabaco es cosa de pareja porque los dos están embarazados».

Otro de los aspectos en los que hacen hincapié pediatras y enfermeros es que tras el nacimiento, en los primeros años de vida, el niño pasa la mayor parte del tiempo en el suelo jugando, por lo que su exposición al humo del tabaco es mayor que la de un adulto. Este humo pesa más que el aire y todas las partículas que contiene quedan a un metro del suelo, justo la altura en la que se mueven los pequeños.

El curso suele durar un mes con una reunión por semana. Las tres primeras reuniones se hacen en el hospital. En la primera semana se pone el límite de no fumar en casa ni en el coche para ir creando espacios libres de humo en el entorno de los participantes y como máximo se puede consumir un cigarro a la hora. La segunda semana se vuelve más restrictiva y sólo se puede fumar un cigarrillo en las horas pares. En la tercera semana se marca el día en el que hay que dejarlo y en ella los padres van compartiendo inquietudes y situaciones difíciles que se les plantean en su lucha para dejar el tabaco. Mientras que el último encuentro, la cuarta reunión, es la ´prueba de fuego´ y la reunión se hace en una cafetería. Un programa con el que los asistentes ganan en salud.