Torre Pacheco continúa en estado de shock por la muerte de cinco jóvenes de la localidad en un accidente de tráfico. Familiares y allegados de las víctimas acudieron ayer a velar sus cuerpos al tanatorio Virgen del Pasico. Llantos, lamentos y lágrimas de desolación se sucedieron durante el velatorio en busca de una respuesta a un hecho que ha conmocionado a todos los pachequeros.

José Antonio Martínez Sánchez y José Salvador Ros Gázquez, de 20 años; Óscar Alcaraz Galián y Pedro José Cánovas Juárez, de 21 años; y Ana Belén Celdrán Avilés, que hoy cumplía 19 años, son los nombres «de la mayor tragedia que ha vivido nuestro pueblo», según afirmó ayer mismo el alcalde del municipio, Antonio León. Los cuatro chicos viajaban juntos en su vehículo, mientras que la chica iba en otro coche junto a tres amigas -de 21, 22 y 24 años-, que se encuentran estables dentro de la gravedad en el hospital Santa Lucía de Cartagena. Sus caminos se cruzaron próximos a la medianoche cuando los dos automóviles colisionaron y se apagaron definitivamente sus vidas.

Ahora, sus padres tratan de asimilar el dolor más fuerte al que jamás se han enfrentado, perder a un hijo. Varios de los familiares de las víctimas tuvieron que ser atendidos ayer en el tanatorio por personal sanitario allí desplazado al sufrir ataques de ansiedad. Además, un equipo de cuatro psicólogos de Protección Civil estuvo durante toda la jornada de ayer asistiendo a los familiares.

Los cinco jóvenes eran conocidos en Torre Pacheco. De ellos dicen que eran chicos normales, trabajadores y estudiosos. «No se lo merecían, hay tantos jóvenes por ahí que van haciendo el loco con el coche y no les pasa nada. Eran gente responsable, que no hacía tonterías», indicó consternado un amigo de los fallecidos.

Pasión colchonera

Los cuatro chicos eran aficionados del Atlético de Madrid. Acudieron varias veces juntos al Calderón a ver al conjunto rojiblanco. Las peñas del equipo colchonero entregarán cinco coronas de flores a las familias de todos ellos, incluida la de la joven que también murió.

José Antonio Martínez Sánchez compaginaba sus estudios de Ingeniería con un trabajo en un almacén. Además, también era voluntario de Protección Civil en Torre Pacheco. «Era una persona que siempre que hablabas con él te respondía con una sonrisa en la cara. Nunca tenía ni una mala palabra con nadie. Su madre no se lo creía cuando se ha enterado de la muerte de su hijo», indicó uno de los amigos del chico.

José Salvador Ros Gázquez también colaboraba con Protección Civil y trabajaba con ambulancias. «Como persona era un encanto, todo un buenazo. No tenemos palabras para describir lo buena persona que era con nosotros», explicaron sus amigos.

Óscar Alcaraz Galián vivía en un piso de estudiantes en Murcia de lunes a viernes, donde cursaba Ciencias Políticas. Sus tías señalaron que «era una persona con buen carácter, muy familiar, que se notaba cuando estaba. Le encantaba la política, hacía deporte y era un chico muy inteligente».

Pedro José Cánovas Juarez «era un chico bueno y tranquilo», según sus familiares. Trabajaba en un empresa de telecomunicaciones de La Palma. Había estudiado un módulo de informática y le encantaba pasar horas jugando a los videojuegos.

Ana Belén Celdrán Avilés había estudiado para ser esteticista, pero trabajaba en un almacén de ensaladas, situado cerca de su domicilio. «Quería seguir estudiando y ser cirujana plástica. Tenía muchos sueños por cumplir. Era una cría que siempre iba por el camino correcto», apuntó con lágrimas en los ojos una vecina de la familia.