Es posiblemente el crimen más mediático que se recuerda en la Región de Murcia desde que, allá por 2002, una mujer matase a sus dos hijos en Santomera. El caso de los holandeses -primero su desaparición, el posterior hallazgo de los cuerpos y el arresto de los sospechosos- generó una enorme expectación mediática y social, tanto a nivel regional como nacional e internacional.

Desde este miércoles, día 28, cuatro hombres se sentarán en el banquillo para ser juzgados por este asunto. Será en la Ciudad de la Justicia, en concreto en su salón de actos, un lugar que ha sido habilitado especialmente para el macrojuicio, que se espera se prolongue hasta dos meses.

Los cuerpos de la jugadora de voleibol holandesa Ingrid Visser y de su pareja, Lodewijk Severein, eran encontrados en mayo de 2013 de noche, enterrados en una apartada zona de la localidad murciana de Alquerías, en un terreno privado. Los cadáveres estaban desmembrados y dentro de bolsas de basura.

Hacía tiempo que se les buscaba. Hasta un agente de la policía holandesa se desplazó a la Región para colaborar en el operativo policial abierto a raíz de la desaparición de esta jugadora internacional de voleibol y de su novio.

Ambos, según hicieron hincapié entonces sus familiares (algunos también se desplazaron a Murcia), «tenían una relación normal con sus familias y mantenían el contacto con ellos de forma periódica». Fueron vistos por última vez en un lunes de mayo por la noche, a su salida del hotel donde estaban alojados.

La versión oficial sostenía entonces que los holandeses habían venido a Murcia por motivos sanitarios, al parecer para someterse a un tratamiento de fertilidad, y tenían vuelo de regreso a su país a los pocos días.

Era por la noche cuando fueron hallados los cuerpos. Después comenzaban las detenciones y las sospechas de cuál fue la causa. Se hablaba de motivos económicos. Trascendían dolorosos detalles del crimen y las muestras de cariño en redes sociales (donde había circulado la foto de los desaparecidos, para ayudar en su búsqueda) se incrementaban. Medios de comunicación holandeses llegaban a Murcia. Ingrid Visser, que fue internacional con la selección de su país en más de 500 ocasiones, había militado en el CAV Murcia 2005, equipo en el que permaneció desde el año 2009 hasta 2011.

170 testigos y peritos

Para el juicio, que se desarrollará ante un jurado popular, están citados 170 testigos y peritos, entre los que se encuentran los más de ochenta agentes de Policía que intervinieron en las actuaciones.

El fiscal pide un cuarto de siglo de prisión para tres de los acusados: Juan Cuenca -presunto cerebro del crimen-, Valentin Io y Constantin Stan -dos rumanos, presuntamente sicarios contratados por Cuenca para acabar con la pareja- por dos delitos de asesinato. Asimismo, pide tres años de cárcel para Serafín de Alba, propietario de los terrenos donde aparecieron enterrados los restos de los holandeses, por un delito de encubrimiento.

El Ministerio Público tiene claro que las agresiones se produjeron «sin que las víctimas tuvieran en ningún momento una posibilidad de defensa, por lo sorpresivo del ataque y las circunstancias del lugar en el que se produjo, aprovechándose de esta situación de indefensión».

Ese lugar era la Casa Colorá, un alojamiento rural emplazado en La Hurona (Molina de Segura). Una amiga de Juan Cuenca -la cual no tenía ni idea del plan- se había encargado de reservar el sitio por encargo de él.

En el escrito del fiscal se lee, además, que los acusados «querían, además de causar la muerte, aumentar deliberadamente su dolor, causándoles males innecesarios» a los holandeses.