Ninguno se manchó las manos de sangre, alegan. Y, si callaron tras lo que habían presenciado, fue por miedo. Es lo que argumentarán las defensas tanto de Juan Cuenca -presunto cerebro de los crímenes- como de los dos rumanos -supuestos sicarios contratados para matar a la pareja-.

De hecho, los tres discursos son idénticos en una cosa: el autor material de las muertes es un ruso llamado Danko. Un ruso, conocido de Lodewijk, al que el propio Juan Cuenca fue a recoger al aeródromo de Manises (Valencia) porque se lo pidió el holandés. Habría sido el tal Danko quien -según las defensas de Cuenca y de los rumanos- habría matado a la pareja. En la casa rural, según su relato, comenzó una riña entre Cuenca y Lodewijk . Valentin intervino y arremetió contra el holandés, quien habría sacado una pistola. Hubo golpes, el arma cayó al suelo, Visser intentó cogerla y entonces Danko reaccionó y la mato a golpes. Luego mató a su novio. A día de hoy, ningún Danko está encausado en esto ni se puede probar que exista.