La forma en la que mataron a los holandeses es, a juicio de la defensa, una prueba de que Ion y Stan no son sicarios profesionales. Si lo hubiesen sido, su modo de actuar habría sido otro.

Es lo que apuntaba ayer el letrado defensor de Juan Cuenca, José María Caballero, en la intervención en la que se dirigió a los miembros del jurado.

Caballero -que fue muy crítico con «el juicio mediático» que, considera, hay- sostuvo que los rumanos habían sido contratados como albañiles por el exgerente del voley, y que en ningún momento les ofreció dinero a cambio de dar muerte a la pareja.

El letrado, por otro lado, admitió que Cuenca y Severein tenían negocios y que entre ellos había asuntos de dinero, aunque su versión es que el exgerente del voley se vio presionado por el holandés, que le mandó días antes de los hechos varios correos amenazantes exigiéndole el pago de una deuda de 60.000 euros. En uno de esos correos, según este abogado defensor, el que luego sería una víctima mortal le comentó a Cuenca que tenía contactos con la mafia rusa e incluso le mandó la fotografía de una pistola.