El juicio por el caso Visser se veía ayer inesperadamente interrumpido debido a que uno de los abogados defensores -Melecio Castaño, que representa al rumano Constantin Stan, uno de los presuntos autores materiales de los crímenes- sufrió una indisposición en la sala y acabó siendo trasladado en ambulancia a un hospital de Murcia.

Ocurría poco antes de las once y media de la mañana, cuando acababa de hablar otro letrado -Fermín Guerrero, el defensor de Valentin Ion-, que tenía el turno de palabra para explicar sus pareceres al jurado. Castaño pedía la palabra al magistrado, Enrique Domínguez. «Perdón, me encuentro mal, creo que tengo una bajada de azúcar», dijo antes de desfallecer. El juez paró el juicio.

La sala fue desalojada. Las decenas de estudiantes de Derecho que habían entrado para presenciar tan mediático juicio -es audiencia pública y se puede asistir- fueron sacados al pasillo. Al igual que el miércoles, cuando finalmente fueron invitados a irse, al ralentizarse demasiado la selección del jurado popular.

En la sala de vistas propiamente dicha, Castaño era acomodado en unas sillas. Sanitarios llegaron a la estancia y le prestaron las primeras atenciones in situ, aunque finalmente se decidió que el hombre -que ya estaba sentado, consciente y hasta hablando- necesitaba ser visto en un hospital.

De esta manera, una ambulancia trasladó al letrado al Reina Sofía, el hospital más cercano a la Ciudad de la Justicia. Los sanitarios que lo atendieron en la sala apuntaron a un cuadro de estrés, aunque los rumores en los pasillos eran variados: unos hablaban de una bajada de azúcar y otros a una bajada de tensión.

Sobre la una menos veinticinco de la tarde se confirmaba que el juicio no iba a seguir. De hecho, hoy tampoco habrá: ya se retomará el lunes, día 3 de octubre.

« Ha empezado por la mañana diciendo que tenía mucho calor», apostillaba luego Fermín Guerrero sobre su colega.

Dado de alta por la tarde

Castaño permaneció horas en el hospital, donde le realizaron diversas pruebas. Por la tarde fue dado de alta. Afortunadamente, no sufre ninguna afección grave, confirmaron fuentes cercanas.

Antes del inesperado parón, habían intervenido ya -para dirigirse al jurado y exponer, con sus palabras, lo que ya se leyó ayer en las calificaciones- la fiscal del caso, Verónica Celdrán, y todos los letrados, de acusación y defensa, excepto el de Serafín de Alba, acusado de encubrimiento y único de los procesados que no está en prisión provisional. El abogado de De Alba se disponía a hablar cuando Castaño pidió la palabra para comunicar su mareo.

Al comienzo de la sesión, los acusados fueron los últimos en entrar en la sala. Juan Cuenca cubría con una chaqueta sus manos, para evitar que se le vieran las esposas que llevaba puestas. Tanto él como los dos rumanos eran trasladados desde la cárcel, siempre custodiados por agentes de la Policía Nacional, que también permanecían en la sala.

Tras Ministerio Público y acusación, hablaron las defensas. Cuando le llegó el turno a José María Caballero -letrado de Juan Cuenca-, señaló que en este crimen «no hubo intención previa», y volvió a echar la culpa al tal Danko al que acusan los cuatro procesados: un ruso que supuestamente iba con Severein, pero que en realidad ni se puede confirmar que exista.

Caballero insistió en que Ion y Stan no son sicarios. «Un sicario no mata a golpes a alguien que se puede defender. Un sicario pega un tiro», argumentó.

Luego habló el después convaleciente Castaño, y tuvo palabras duras para los medios de comunicación, que «ya han condenado a mi cliente», Stan, «y él me asegura desde el primer momento que es inocente». Castaño insistió en que este rumano estaba en la planta de arriba de la casa cuando ocurrieron los crímenes, y que en absoluto participó de estos.

«Dirá su verdad»

El mediático Fermín Guerrero, por su parte, anunció que su cliente quería pedir disculpas «por su participación». «Él participó en los hechos, eso está claro. Él dirá su verdad, que no coincide con el relato de las acusaciones», hizo hincapié el letrado murciano.

Guerrero subrayó que hacer Justicia es que cada uno de los acusados sea castigado en función de su papel aquel día en la Casa Colorá.

Por otro lado, entre las personas que ayer acudieron a la Ciudad de la Justicia se encontraba Patsy Visser-Freeman, madre de la jugadora holandesa de voley, que accedía al complejo judicial del brazo de su hijo.

Aún acudieron ayer a cubrir el juicio periodistas holandeses, aunque menos que en la sesión del miércoles. La previsión para el día de ayer era que declarase el presunto cerebro de los crímenes. Presumiblemente, esta declaración ya se producirá en octubre.