El uso del burkini por parte de unas bañistas en Cannes (Francia) ha generado un debate en torno a su uso, después de que el ayuntamiento de la ciudad haya prohibido su utilización en las playas de la zona, con sanciones de 38 euros contra aquellas mujeres que «no respeten las buenas costumbres y la laicidad, las reglas de higiene y de seguridad». Una medida que algunos colectivos en defensa de los Derechos Humanos califican como ´islamofóbicos´.

En Murcia -la quinta Comunidad con mayor número de musulmanes, según un estudio demográfico elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España-, por otra parte, la normativa no contempla el uso del burkini en las piscinas municipales: «el burkini como tal no puede estar recogido en ningún reglamento de las piscinas porque es algo relativamente nuevo en Europa», justifica el concejal de Deportes, Felipe Coello. Además, fuentes del ayuntamiento informan que en las piscinas se permite el uso del ya famoso burkini siempre que el mismo sea una prenda de baño como tal, descartando cualquier posibilidad de utilizar otro tipo de prenda similar, y que ya se ha dado el caso de alguna bañista que ha acudido a las piscinas públicas haciendo uso de esta indumentaria, a la que se le ha permitido el baño. «En líneas generales sí se permite el burkini, si en cambio hablamos de un vestido largo, no», afirman las mismas fuentes. En cuanto a este asunto, Coello matiza que «si el burkini se entiende como prenda de baño no hay ningún problema para su uso.

Hay gente que utiliza camisetas adecuadas para el baño por problemas de piel, con prendas especiales para ello, de neopreno muy fino que sí se permiten», sentencia el concejal de Deportes.

Un vacío en la normativa que también existe en el ayuntamiento de Cartagena, desde el que Francisco Calderón, portavoz del Movimiento Ciudadano, afirma que «ni siquiera se plantea. Aquí nadie se espera ver a una mujer musulmana paseándose con burkini por las playas. Si en algún momento llegara una solicitud a este respecto tendría que revisarse en Junta de Gobierno, porque no está planteado en la normativa», aclara el concejal.

Declaraciones en la línea de ayuntamientos como el de Águilas, el de San Javier o el de San Pedro del Pinatar. Todos ellos permiten el uso de esta prenda, debido a que la ordenanza municipal no contempla nada en relación a este asunto, y por tanto no hay sanción a este respecto. «No existe ninguna normativa local que regule este aspecto y tampoco se ha tenido conocimiento de ningún incidente relacionado con el uso de esta prenda en las playas de la localidad», detallan en San Pedro del Pinatar, a lo que añaden desde San Javier que «el tema no se ha planteado. El ayuntamiento no tiene competencias en este asunto y, además, no se considera un problema».

Una cuestión de seguridad

Una de las razones argumentadas por la alcaldía de Cannes para prohibir el uso del burkini en sus playas, además de la higiene, ha sido la necesidad de «garantizar la seguridad en la ciudad en un contexto de estado de excepción», para evitar posibles atentados. Una medida que se suma a la prohibición que figura en la legislación en vigor del uso del burka, por motivos similares. Sin embargo, el uso de esta prenda para el baño podría representar otro tipo de riesgos, también de seguridad.

Según el actual decano de la facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Murcia, Arturo Díaz Suárez, el uso del burkini puede dificultar el trabajo de un socorrista en caso de que la persona que usa la prenda tenga que ser atendida. «Cualquier prenda de más dificulta el trabajo, incluso en labores de salvamento. Realmente, todo lo que se lleve de más dificulta el trabajo. El problema es que el Ayuntamiento nunca se lo ha planteado. Los reglamentos no plantean este tipo de cuestiones, no está legislado, y quizás se debe empezar a plantear. Por cuestiones de seguridad sería lógico prohibirlo», sentencia.

Respecto a cómo diferenciar qué burkini es una prenda de baño y cual no lo es, el concejal Felipe Coello deja esa decisión en manos de los técnicos correspondientes, y añade que «si se utiliza en competiciones deportivas de máximo nivel como los Juegos Olímpicos, nosotros no somos los más indicados para ponerle trabas a este asunto», explica.

A pesar de todo ello, en Francia organizaciones como la Liga de los Derechos Humanos o el Colectivo contra la Islamofobia ya han anunciado que llegarán hasta los tribunales por esta prohibición, por considerarla una discriminación.