Los voluntarios del área de Socorro y Emergencias de Cruz Roja trabajan durante todo el año en toda la Región con su programa. Este verano llegan también a las zonas de playa de Águilas y Mazarrón, donde ejercen una labor más intensa por la temporada.

¿En qué consiste exactamente la labor del socorrista acuático en las playas?

Tenemos un protocolo antes de la campaña, en junio, en el que hacemos el reconocimiento de todas las playas: vemos las mareas, las corrientes 'fijas', reconocemos las zonas de más peligro y las zonas de más y menos afluencia, estudiamos qué tipo de público va a unas zonas y otras y, en función de eso, diseñamos el plan de salvamento. El plan de salvamento, además de con los socorristas, cuenta con las embarcaciones, como las motos de agua o los kayaks para marcar el límite de las zonas de baño. Una vez que empieza la temporada, el socorrista, antes del 'horario de apertura al público', hace una barrida por la playa: entran en el mar hasta la cintura dando una vuelta para comprobar si hay alguna corriente, o si la marea ha cambiado para señalizar esa zona en concreto con el peligro que pueda haber, alguna mancha de contaminación, medusas o algún vertido. Se iza la bandera que corresponda y se trabaja con el centro de coordinación y el 112. A partir de ahí, empieza la labor de ir informando a todos los bañistas. Hacemos recorridos constantes, con la labor de información y vigilancia. Por supuesto, en caso de que ocurra algo, atendemos, además de prevenir e informar.

¿Con qué se suelen encontrar más en las playas, dependiendo de la zona?

Atendemos algunas quemaduras solares por no tener la suficiente protección, algún caso de deshidratación... Suele darse más en zonas en las que se va a pasar todo el día. Cuando cubres una playa más familiar te encuentras un tipo de público, y en otras más alejadas a las que suelen ir grupos de amigos o parejas encuentras otras cosas. Notamos mucho el uso diferente que se les da a las playas en ese sentido.

¿Qué incidencias destacan por número de casos?

Todos los años cuando sacamos estadísticas, este año también, al menos hasta ahora, tenemos picaduras: medusas, abejas, avispas... Que pueden producir una reacción alérgica. El 80% de las atenciones son por picaduras. En principio no son nada grave, pero en niños si resulta molesto y doloroso, y enseguida acuden al puesto de socorro más cercano para que se les ayude y se les alivie el dolor.

¿Qué diferencia existe entre ejercer el trabajo en playas y hacerlo en piscinas?

Todas. Todo el trabajo previo de la playa -en el momento que cambia el aire la playa es otra en cuestión de cinco minutos- no existe en piscinas, que son zonas totalmente acotadas, el agua no cambia, sabes los metros exactos que hay en cada zona, el socorrista con experiencia ve al niño y sabe dónde hace pie y dónde no. Hay un mayor control. Hay que estar por un resbalón, una caída, un golpe, esas cosas tan frecuentes en las piscinas.

¿Es la labor del socorrista un trabajo de temporada?

No. Estamos trabajando todo el año, no es que llegue el verano y hagamos un llamamiento para contratar socorristas, sino que durante el año trabajamos con el voluntariado y los preparamos. Es algo positivo, cuando Cruz Roja está en las playas no terminamos nuestra labor y nos vamos. Nuestro personal son voluntarios y solo aspiramos a que revierta en la propia localidad. Impartimos nosotros la formación a nuestros voluntarios: de socorrismo, primeros auxilios, rescate acuático o para saber utilizar los desfibriladores en caso de parada. Es una labor constante. Tenemos activos a los voluntarios todo el año y también trabajan en otros programas, como en servicios preventidos en fiestas locales, en emergencias, los que atienden a las pateras que llegan... Es un voluntariado dentro del área de Socorro y Emergencias de Cruz Roja. Los de playas son sobre todo voluntarios que en la etapa de formación universitaria están fuera y llegan en temporada por ejemplo a Águilas. En verano se incorporan como socorristas.

¿Qué es lo peor con lo que se encuentran en verano?

Cuando hay un síndrome de inmersión. Cuando te avisan o lo ves, siempre esperas no encontrarlo. Hay que estar preparado, es para lo que más preparamos, para los rescates rápidos, pero es también lo que más se teme.

¿Por qué no ha habido este verano ni una multa en la Región, a pesar de las banderas rojas?

Realmente no tenemos ningún problema. Cuando te acercas a las personas y les explicas la situación de las playas, la gente colabora. Si explicamos bien las cosas y las compartimos, la reacción siempre es buena, nadie quiere poner su vida en peligro, ni mucho menos la de su hijos. El peligro no solo es para ellos, también para los socorristas, y eso también lo explicamos. Reaccionan bien. Nunca hemos tenido ningún problema. Las cosas bien dichas, en un tono distendido y cordial son bien aceptadas. Es también una labor de comunicación que llevamos a cabo muy importante, porque también trabajamos en macroconciertos, por ejemplo, y debemos saber explicar las cosas.