Rocky está tumbado en el jardín, en calma pero en un estado de vigilia que no abandona. Pastor alemán de cuatro años, lleva tres de ellos como guardaespaldas de su dueña, María -víctima de la violencia machista-, quien desayuna junto a él mientras rememora poco a poco cómo acabó Rocky en su vida.

"Un día mi ex-pareja llegó a casa amenazándome cuando ya no estábamos juntos; llamé al 016, vino la Policía y ellos me aconsejaron ir a un Centro de Atención para Mujeres Víctimas de Violencia de Género (CAVIS)".

Allí le remitieron a Fernando Soleto, presidente de la Asociación Proyecto Escan, una organización que ofrece terapia y protección con animales a víctimas de maltrato desde 2008 y que esta semana firmó un convenio de colaboración con el Gobierno regional de Murcia.

"Nunca había tenido perro, pero mi ex, que es una persona con recursos económicos, me puso vigilancia 24 horas y, ante la inseguridad que sentía, decidí entrar en el proyecto".

Fernando Soleto fuma despacio en su despacho, rodeado de bozales y de fotos de perros de diferentes razas. "Hay mujeres que cuando las conocí eran incapaces de estar solas con un hombre". Hasta el día de hoy ha ayudado a 19 mujeres víctimas de violencia de género.

"Cuando empezamos con el proyecto, barajábamos la posibilidad de utilizar las técnicas de adiestramiento de perros para adaptarlas a la defensa de víctimas de violencia de género, pero ese no era nuestro objetivo principal", explica.

No solo querían presentar un perro de defensa, sino que también pudiera ayudar psicológicamente a la víctima. Para ello crearon un equipo compuesto de trabajadores sociales, técnicos en adiestramiento, psicólogos, terapeutas y gabinete jurídico. Ellos deciden qué personas pueden entrar en el proyecto y cuáles no.

"No todas las víctimas están preparadas para tener un perro; no pueden llegar a garantizarle su bienestar por fobias, alergias o desequilibrio generado por dolor sufrido", comenta Fernando.

El perro crea la base de la recuperación a través de una terapia emocional asociada al vínculo que se establece con la persona a la que acompaña; "después viene el trabajo de psicólogos y demás integrantes de los equipos multidisciplinares para reforzar sentimientos de autonomía, independencia, libertad y seguridad", comenta el instructor.

Los requisitos legales: "Es necesaria una sentencia firme y una orden de alejamiento". En el caso de María es de 500 metros de alejamiento, y acabó junto a Rocky en un proceso de adiestramiento que se le hizo más largo de lo normal -6 meses cuando suelen ser 3-.

"El adiestramiento consiste en crear un vínculo social y afectivo con el perro y, en el momento en que se crea, el perro ya puede ir a casa porque tiene unas nociones de obediencia y la víctima ha aprendido a tener un control total del perro", explica Fernando.

"Debe obedecer todos los comandos sin correa con una sola orden verbal". Por último, el can aprende las pautas de defensa.

Fernando posa sobre la mesa del despacho un bozal de impacto sueco, con una punta reforzada con acero y recubierta de cuero.

Esta herramienta permitió a la asociación adaptarse a la legalidad vigente, ya que los perros de protección, ni siquiera los de control de masas que maneja los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, les está permitido morder.

María es uno de los dos casos del proyecto Escan en el que el perro ha tenido que actuar.

"Volviendo de la compra, un hombre enviado por mi ex-pareja empezó a insultarme y a amenazarme. Le insté a que se fuera pero siguió acercándose a mi. Cuando ya estaba a metro y medio le grité a Rocky que 'protegiera' y se abalanzó sobre él, golpeándole de tal manera que acabó en el suelo bocarriba".

El perro le ha dado una "seguridad y una tranquilidad inigualable", comenta María. "Te ayuda a salir de una depresión porque tienes que estar pendiente de él y darle un bienestar. En ese sentido te impulsa a tener una actitud serena".

El proyecto Escan no quiere quedarse aquí. Según Enrique Cruz, coordinador de la asociación, la idea es llevar el proyecto al retso de comunidades autónomas, y ya han empezado a establecer contactos con Castilla y León o Canarias.

"Queremos intentar que el proceso de adiestramiento con la víctima sea gratuito para ella y la financiación llegue desde ámbitos institucionales y privados", concluye Enrique.