Son jóvenes, son doctores, tienen talento a raudales y, por circunstancias, no pudieron desarrollarlo en su tierra y tuvieron que salir a buscarse la vida fuera de la Región de Murcia. Ahora, después de unos años lejos -como tantos jóvenes españoles se han visto obligados a hacer-, podrán volver, gracias a una iniciativa que se llama Visado Talento: Saavedra Fajardo. Su sapiencia dará frutos en su Región.

Es gracias a la Fundación Séneca que se pone en marcha esta iniciativa. Todos los jóvenes vuelven a casa con un contrato de lo suyo: para investigar «temas de relevancia científica y técnica e impacto en la Región, como el cambio climático, la previsión y protección frente a fenómenos hidrometeorológicos extremos, mejora de la reproducción animal, el glaucoma, la importancia del marketing boca a boca, la mejora en la producción de frutales o edificios inteligentes», detallaron desde la Comunidad Autónoma.

Esta fuga de cerebros a la inversa será una realidad a partir de 2017. Los 13 han pedido incorporarse a su nuevo puesto, ya en su tierra, el año que viene, con el fin de terminar las respectivas investigaciones que están llevando a cabo en sus países de adopción.

Así, a partir de enero (y durante los próximos dos años), los investigadores retornados se repartirán por departamentos de la Universidad de Murcia, la Politécnica de Cartagena y el CEBAS.

El importe total del programa asciende a 1.092.000 euros. El objetivo final, además de recuperar talento autóctono, es el de «consolidar la capacidad investigadora y la competitividad de los equipos y centros de investigación de la Región de Murcia», precisaron desde la consejería de Educación, que dirige Isabel Sánchez-Mora.

Los 13 jóvenes que se beneficiarán del programa son Fulgencio Cánovas, Raúl Domínguez Perles, Fátima Morales, José Juan Fernández Melgarejo, Carolina Maside, Luis Alberto Vieira, Manuel Ángel Salinas, Silvia Espín Luján, Manuela López Pérez, Alfonso Ramallo, Javier Cerezo Bastida, Juan José Gómez e Irene Muñoz Gabaldón.

Algunos en su día cruzaron el charco para trabajar en la Universidad de Calgary (Canadá), otros subieron a la de Leuven (Reino Unido) y otros tardaron en acostumbrarse a la fría Turku (Finlandia), mientras echaban de menos Murcia. Ahora, bajo el amparo de la Comunidad y mediante la Fundación Séneca, desarrollarán su talento de nuevo en casa. Bienvenidos todos.

«Es muy duro vivir en el extranjero, aquí que brille el sol es motivo de fiesta y los otoños son oscuros»

Silvia Espín Luján, doctora en ecopatología de la fauna silvestre

­­ ­«La actitud y relaciones de la sociedad en Finlandia son bastante diferentes, y aunque es interesante vivirlo durante un tiempo, echo de menos la forma de vivir en España», admite Silvia Espín, que vuelve desde Turku, en el país nórdico, a trabajar en la Universidad de Murcia. «Aquí el hecho de que brille el sol es motivo de fiesta, y los otoños e inviernos son bastante oscuros y fríos», relata la joven, a lo que añade que «es cuestión de acostumbrarse. Pero, desde luego, para una murciana el sol es imprescindible». Espín seguirá en Finlandia hasta final de 2016. «En total estaré 3 años y 2 meses aquí», detalla esta doctora, que trabaja allí en el grupo de investigación Efectos de la contaminación del aire en aves, liderado por el doctor Tapio Eeva. Cuando vuelva a Murcia, indica, «el título del proyecto que llevaremos a cabo en el Grupo de Toxicología de la Universidad de Murcia es Efecto de los metales en el sistema antioxidante, el metabolismo del calcio y bioquímica de aves silvestres que habitan zonas mineras. «Tomaremos muestras de sangre de diferentes especies de aves que habitan estas zonas para analizar las concentraciones de metales y estudiar diferentes parámetros bioquímicos como moléculas antioxidantes, vitaminas y daño en lípidos, proteínas y ADN que nos permitirán evaluar los posibles efectos», relata. La joven, nacida en diciembre de 1985, se muestra ilusionada con la etapa profesional que le espera. «Por desgracia, gran parte de los jóvenes de mi generación están trabajando en el extranjero, lo cual está muy bien siempre y cuando sea tu elección, o viviendo en España con trabajos precarios o directamente desempleados», reconoce. «Sin embargo, soy positiva y creo que estamos avanzando en el buen camino», opina, con ilusión.

«La enseñanza que un investigador se lleva cuando está fuera es la resistencia a la adversidad»

Fátima Morales Marín, doctora en química

­­ ­En su nueva etapa está feliz de emprender «un proyecto muy bonito que contribuirá de forma significativa a la ciencia actual, con el estudio de lanzaderas moleculares, y el diseño y síntesis de nuevos compuestos para el desarrollo de nuevos materiales funcionales dentro de la Química Supramolecular», señala la joven, que ha trabajado tanto en Ecuador (en la Universidad de Chimborazo) como en Estados Unidos (en Temple University). «Durante mi etapa en Ecuador, desarrollé un proyecto de investigación para realizar un diagnóstico de la problemática de los escolares que viven en zonas rurales de los Andes Ecuatorianos y un programa de Prevención de Salud posterior. El proyecto sigue en pie, y diagnosticamos muchos casos de parasitosis en la población infantil, así como problemas de diagnóstico de anemia debido a la altura a la que viven (+ de 3500 msnm)», comenta. «La enseñanza básica que cualquier investigador en mi situación se lleva cuando está fuera, y creo que todos coincidirán conmigo en ello, es la resistencia a la adversidad o resiliencia. Aunque suene un poco fuerte y no muy positivo, es la realidad. Y esta resistencia te hace crecer mucho y ser mucho más fuerte. Ahora, no sólo eso, sino que además, también te llevas otras enseñanzas nuevas, como son nuevas técnicas de laboratorio, otras formas de trabajo, nuevas culturas y lugares, y muchos amigos y experiencias», remarca. No obstante, Morales admite que « es muy duro ver desde fuera, mediante fotos y vídeos por redes sociales cómo tu familia crece, se divierte, llora o celebra, y tú no puedes ser parte de ello, además de las bodas de amigos y otras celebraciones en las que no he podido estar.»

«En el mundo de la investigación es tan difícil resolver un problema como planteárselo»

Javier Cerezo Bastida, doctor en química

­­ ­Tras su periplo en el Istituto di Chimica di Pisa, en Italia, se incorpora al Grupo de láseres, espectroscopía molecular y química cuántica de la facultad de Química de la UMU. «El proyecto aborda el estudio de fotosistemas, que son las ´máquinas´ diseñadas por la naturaleza con las que las plantas logran atrapar la energía del sol para posteriormente convertirla en una forma de energía aprovechable», señala. «Los distintos procesos que tienen lugar para que esto suceda, desde que el rayo de luz incide sobre el fotosistema, son muy eficientes gracias a la combinación de distintos factores que, sin duda, la evolución se ha encargado de poner en el orden correcto. Nuestra intención es estudiarlos detalladamente con el fin de comprender el por qué de su eficacia. A largo plazo, el objetivo es proporcionar información esencial para el desarrollo de nuevas tecnologías alternativas para la producción de energía, un reto que nuestra sociedad deberá afrontar en muy poco tiempo. En este caso, como en otros muchos antes, pretendemos encontrar soluciones echando un ojo a la naturaleza», explica el joven doctor. En su etapa en el país alpino trabajó «en el centro nacional de investigaciones italiano (CNR) desarrollando métodos computacionales con los que simular los procesos en los que las moléculas interaccionan con la luz, básicamente absorbiendo y emitiendo radiación», indica. «En el mundo de la investigación, en el que tan difícil como resolver un problema es planteárselo adecuadamente, resulta imprescindible adquirir distintos puntos de vista con los que mirar el mundo. Y los que ahora tomo prestados de ellos es la enseñanza más importante que traigo en la maleta de vuelta», resalta. Preguntado sobre qué echó de menos, admite que «alguno de esos días soleados que sobran por Murcia», además de a la familia.

«Salí con la esperanza de regresar y, tras estar a más de 10.000 kilómetros, estoy encantada de volver»

Manuela López Pérez, doctora en Ciencias de la Empresa

­­ ­«He sido profesora asistente de marketing en la Escuela de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Norte en Coquimbo (Chile). He impartido clases de marketing en pregrado y postgrado. Además, he seguido investigando con mis compañeros del departamento de Comercialización e Investigación de Mercados de la UMU y he comenzado una nueva línea de investigación con dos compañeros de la Universidad Católica del Norte, junto con los que desarrollaré una parte del proyecto». Así relata Manuela López lo que ha estado haciendo en su etapa en Sudamérica. «Salí al extranjero con la esperanza de volver a España, veía difícil volver a Murcia y, después de estar a más de 10.000 kilómetros de distancia, volver a cualquier ciudad de España me parecía bien. Por lo que estoy encantada de volver a mi tierra. Aunque en estos momentos sigo en Chile, así que todavía no me lo termino de creer», confiesa. Ahora trabajará en la UMU para «analizar el efecto de determinadas estrategias que una empresa puede llevar a cabo para que el consumidor hable sobre sus productos o marcas en Internet». «A estas estrategias se les denomina marketing boca a boca. Concretamente el proyecto tiene dos objetivos, analizar cómo desarrollar una campaña de marketing boca a boca en Twitter para conseguir una gran difusión de un mensaje, y estudiar el efecto de este tipo de campañas en los lectores de blogs cuando son conscientes de que su bloguero favorito escribe porque las empresas lo han incentivado», manifesta al respecto. Vivir fuera «al final te abre la mente y te hace ser más tolerante», resalta. «He aprendido a tener más paciencia, en Chile las cosas van más lentas. Y a ser más solidaria. En los dos años y medio que llevo aquí ha habido terremotos, tsunamis, incendios, inundaciones y erupciones de volcanes», dice.