Con el uso global de Internet los jóvenes encuentran posibilidades de prácticar 'actividades' a las que por ley, en un entorno no virtual, no podrían acceder.

Con estos nuevos instrumentos que los tiempos ponen al alcance de los menores, la ludopatía ha aparecido a edades tempranas. Según una encuesta realizada cada dos años para la prevención de esta adicción por la Dirección General de Salud Pública y Adicciones, que depende de la consejería de Sanidad, el 7,4% de los jóvenes afirma haber jugado con dinero en Internet, principalmente en apuestas deportivas -una cifra que representa a 4.500 jóvenes-, y un 11,7% decide no contestar a esta pregunta, por tanto también se consideran susceptibles de haber jugado.

Teniendo en cuenta los 16.000 niños que nacen al año en la Región, la encuesta ha sido realizada sobre una muestra de 64.000 niños, de edades comprendidas en tre los 14 y 17 años.

Además, el 18,2% de estos jóvenes afirma haber jugado con dinero fuera de Internet, donde se incluirían loterías y quinielas -ambas entre las opciones más mencionadas-, bingos, casinos y casas de apuestas -la segunda opción más mencionada- y las máquinas tragaperras. Todo ello a pesar de que la Ley 13/2011, del 27 de mayo, de regulación del juego, que prohíbe esta actividad con dinero a los menores de 18 años.

El Coordinador Regional de Drogodependencia, Juan Jiménez, explica que cuando el estudio hace referencia a jugar dinero en Internet se refiere principalmente a apuestas deportivas. «Toda esa gente que hace quinielas se está pasando a las apuestas deportivas online. Las quinielas no enganchan, pero inician el camino hacia las apuestas online», asegura.

Por otro lado, apunta que el problema es que los jóvenes adolescentes se enganchan en el momento en que ganan una vez, y con jugar dos o tres veces es suficiente, además de existir un refuerzo psicológico potente, «lo que llamamos la experiencia emocional correctiva». Normalmente estos jóvenes juegan en grupo las primeras veces, lo que aporta esa experiencia emocional, ya que «cuando juegan en pandilla hay un refuerzo. Eso es lo que engancha, no tanto el dinero como la experiencia emocional que viven y la presión de grupo», confirma Jiménez.

Según un estudio reciente de la clínica Triora de rehabilitación de adicciones, la edad media de los ludópatas ha descendido hasta los 18 años. Por su parte, Juan Jiménez resalta que más que bajar «está apareciendo», debido a una oferta «brutal», basada en actividades como el deporte, y con el soporte de jugadores de fútbol utilizados en la publicidad. «Lo que está arrastrando especialmente es el cartel. Cuando la gente consume fútbol al mismo tiempo accede a ese mensaje publicitario, con lo cual es un problema. Además, la oferta en Internet requeriría un enfoque a nivel europeo, incluso mundial. No tiene solución porque es un marco muy global», indica, y apunta una única estrategia: la educación y la concienciación por parte de los adultos.

En cuanto a cómo los menores pasan la barrera de la legalidad, los expertos indican que logran engañar a los empresarios o establecimientos, especialmente porque se da en un consumo masivo de Internet. De hecho, los escolares que afirman haber usado la red en los últimos 30 días a los 14 años supone un 76%. El juego es, por tanto, una forma de inducción al gasto y al consumo, pero «con un desconocimiento de las consecuencias que puedan existir».

Un problema educativo

A pesar de todo ello, Jiménez pide no «medicalizar problemas educativos», sino buscar indicadores, como cantidades de niños que hayan jugado en los últimos 12 meses en la red: «70 menores de edad (que lo hayan contado) han jugado más de 300 euros en Internet en el último año. El tratamiento consiste en quitar el ordenador a nuestros hijos y jugar con ellos. Es un problema de madurez social. Es bueno que los niños tengan tecnología muy pronto para poder educarlos». Finalmente, apunta como el problema real a que «es un negocio, un factor económico y un problema de salud pública. No me preocupan tanto las consecuencias de la adicción al juego como la gran prevalencia que hay, porque si hay muchos al final caen algunos. No tenemos que ir a las consecuencias, sino a las causas».