La primogénita de Valcárcel y Rosario Cruz aseguraba ayer, cuando declaraba ante la juez, sentirse «agobiada» por ser hija del expresidente. Tanto, que le vino bien mudarse -en concreto, a Sevilla, a trabajar en un bufete-, porque allí podía «pasar desapercibida». No obstante, admitió que el contrato con este despacho de abogados lo rescindió por decisión propia, cuando volvió a Murcia para casarse, pero que sus jefes de allí estaban tan contentos con ella que hasta le habían subido el sueldo. Mientras, la magistrada del caso Novo Carthago tiene la sospecha de que tras los ingresos recibidos por la boda «se pudieron ocultar dádivas de Hansa Urbana», la promotora de la urbanización que iba a ocupar unos terrenos protegidos junto al Mar Menor. Miriam Marín ve indicios de que, «para conseguir la reclasificación urbanística que era necesaria para el proyecto Novo Carthago, se entregasen por Hansa Urbana incentivos económicos a distintas autoridades con potestad para dar viabilidad a dicho proyecto, entre ellos, al expresidente de la Comunidad, que podría haber recibido los emolumentos a través de su hija o de su cuñado Juan Francisco.