Cogidos de la mano y sin hacer declaraciones a los periodistas. Así entraban poco después de las nueve de la mañana de este miércoles Rosario Valcárcel Cruz (hija mayor del expresidente de la Región, Ramón Luis Valcárcel) y su esposo, Fulgencio Perán, a la Ciudad de la Justicia de Murcia, donde estaban citados a declarar por el caso Novo Carthago, de presunta corrupción urbanística. Llegaron juntos y en taxi. Saldrían, horas después, por separado.

Después de comparecer durante más de dos horas, en calidad de investigada, ante la titular del Juzgado número 2 de Murcia, la primogénita de Valcárcel salía de la Ciudad de la Justicia acompañada del letrado Francisco Luis Valdés. Ni ella ni el abogado respondieron a preguntas de los periodistas. De hecho, la joven salió por la puerta hablando con su teléfono móvil, y tratando de esquivar a los numerosos medios de comunicación que la esperaban a la puerta del complejo.

El esposo de Valcárcel Cruz, Fulgencio Perán, entonces se quedó dentro de la Ciudad, pues su declaración estaba fijada una hora después de la de su cónyuge. El yerno del ahora eurodiputado salía cerca de las dos de la tarde. Apenas musitaba un «bien» ante la pregunta de cómo había ido la declaración. Después, silencio.

Tanto Rosario Valcárcel como su marido han mantenido que eran regalos de boda y que algunos de ellos eran entregas en mano. Las declaraciones de ambos y las preguntas han girado alrededor de esta cuestión durante todo el tiempo. Ambos defendieron su inocencia.

«Entradas reiteradas»

El juez Manuel Abadía ya resaltaba que en la investigación de las cuentas del marido de la hija de Valcárcel «había unas entradas reiteradas de ingresos en efectivo que no se ajustan a las fuentes de rentas reconocidas y declaradas». En total, «quedaban por depurar en las cuentas del citado matrimonio unas imposiciones de 117.070 euros en efectivo y 6.000 de un traspaso».

La juez que investiga el caso Novo Carthago ha pedido los movimientos bancarios de la pareja. Quiere conocer los ingresos que recibió la hija de Valcárcel al casarse, ya que hay indicios de que el expresidente «pudo recibir emolumentos» de Hansa Urbana por esta vía, considera. Hansa Urbana era la promotora de la urbanización que iba a ocupar unos terrenos protegidos junto al Mar Menor que fueron recalificados.

También comparecía ayer en la Ciudad de la Justicia Juan Francisco Cruz Alfaro, uno de los cuñados de Valcárcel (hermano de su esposa, Rosario Cruz). Cruz Alfaro llegaba al complejo judicial poco después de las once y media de la mañana. Lo hacía solo, aparentemente tranquilo y cubriendo sus ojos con unas gafas de sol.

En su declaración, contó que uno de los socios era amigo suyo y ha descartado, de este modo, un enriquecimiento a la familia.

Aunque la juez Miriam Marín considera que hay indicios de que Ramón Luis Valcárcel está detrás de la trama, el eurodiputado popular no puede ser llamado a declarar: el político está aforado.

Dada esta circunstancia, el Juzgado emitió una resolución en la que invitaba al presidente del PP en la Región a que declarase voluntariamente. Algo que, por el momento, no ha hecho.

Allá por marzo de 2015, cuando saltó el escándalo que salpicaba a parte de su familia en el Novo Carthago, Valcárcel ­­-ya europarlamentario- se desplazaba desde Bruselas a Murcia para dar una rueda de prensa en la sede del PP. «Vengo a lavar el honor del partido y el de una familia, y el mío, porque yo soy un hombre de honor», decía entonces el mandatario.

Las declaraciones de Novo Carthago continuarán el próximo 11 de julio, cuando están citados, también como investigados, dos socios de Cruz Alfaro en su empresa inmobiliaria. Se trata de Juan Sánchez Carrillo (hermano del que fuera concejal en Murcia con Miguel Ángel Cámara y padre de la actual edil Lola Sánchez, Antonio Sánchez Carrillo) y José Alberto Meroño García.