Comenta mi vecino que los españoles nos estamos volviendo resultadistas, que no nos importa el juego del equipo, ni las tropelías del contrario, ni la actuación casera, visitante, parcial o imparcial del árbitro, que lo importante es lo que se recoge en marcador concluido el encuentro. Lo argumenta basándose en un grupo de ciudadanos nativos y foráneos que apuestan por todo, desde el cánido que va a ganar una carrera de galgos en Gales, hasta el minuto que puede meter Álvaro Morata el segundo gol de la Selección Española en la Eurocopa.

Respecto a las elecciones generales del próximo 26 de Junio, el vecino aplica también esta teoría. «Nos jugamos mucho los españoles, pero parece que aquí lo importante sólo será el recuento». Y tiene su punto de razón, porque existe una opinión generalizada de que, si se pudiera suprimir la precampaña, la campaña, los debates, las actuaciones judiciales, las informaciones periodísticas, se ganaría tiempo y dinero.

Es cierto que existe desafecto de los ciudadanos hacía los partidos políticos. Y hasta cierta cansera para volver a repetir unos comicios por culpa de los elegidos en diciembre, que vuelven a repetir intentona, con los mimos argumentos y casi con las mismas personas. Pero también es cierto que en nuestro sistema parlamentario la soberanía popular reside en los ciudadanos y, hasta el recuento, queda mucho partido por delante.

De momento, las campañas de todos los contendientes parecen que están más porque corra el partido, sin complicarse excesivamente la vida, para evitar cantadas en defensa por jugar alegremente al ataque. Baños de masas o populismos mediáticos.

Las Cortes de Cádiz de hace más de doscientos años elaboraron una Constitución conocida como 'La Pepa', que fue el marco de las modernas democracias parlamentarias. Carlos Marx, en sus crónicas periodísticas, lo sintetizó en una frase histórica. «En las Cortes de Cádiz había ideas sin pueblo y en el resto de España había pueblo sin ideas». En estos últimos seis meses en las Cortes, ha habido de todo menos responsabilidades. En el resto de España el pueblo si tiene sus ideas y los ciudadanos somos gobernables e incluso hasta pacientes.En los comicios de diciembre se pronunciaron por un modelo plural. Castigaron al bipartidismo y a la corrupción, como se reflejó en los resultados descendentes de populares y socialistas.

Pero el otro vecino insiste: «Vamos a dejarnos de debates, monsergas y que empiece el recuento». Si el resultado es lo único que importa, quizás los reunidos en Cádiz y los ponentes de la Constitución de 1978 estuvieron perdiendo el tiempo. Y eso por no hablar del día después, que ahí puede empezar el gran debate de las ideas y proyectos.