Vecino de Molina de Segura, este técnico agrícola de 78 años sufrió un infarto en enero de 2015. Ha estado pendiente de ser operado desde entonces, pero sólo ha tardado un par de meses, desde que tomó la decisión, en ser intervenido con el catéter.

«Estoy muy contento con haberlo hecho, porque yo, de abrirme el pecho, nada», explica Jesús, que recuerda que sabía de esta técnica nueva porque una amiga también se la había hecho y le había animado mucho. «Me dijo lo bien que le había ido sin cirugía, y como conocía otro caso, de uno que se operó y que le costó mucho recuperarse, pues no tuve muchas dudas».

Además, Jesús Fernández investigó por su cuenta y se informó bien de lo que le iban a hacer leyendo una revista especializada. «Fue lo que me terminó de convencer», dice.

Padre de cuatro hijos y abuelo de cinco nietos, su esperanza ahora es «mejorar mi calidad de vida».

Jesús, Josefa y Huertas volverán, si todo va bien y no hay complicaciones, dentro de un mes, de seis meses y de un año a revisión a la Unidad de Hemodonación de la Arrixaca. Transcurrido ese periodo, los pacientes retornarán a su cardiólogo habitual.