Es una veterana. Han pasado 37 años desde que terminó Enfermería y en este tiempo, tras un breve paso por Cirugía del hospital Virgen de la Arrixaca, ha ejercido en Atención Primaria (AP). Ahora está en el centro de Salud de Santa María de Gracia de Murcia. A un lustro de jubilarse, tiene claro que si se quiere mejorar la atención sanitaria en la Región, «la Atención Primaria tiene que dejar de ser la cenicienta» y se debe apostar por incrementar su dotación de personal.

¿Qué diferencias ha vivido entre la atención primaria y la hospitalaria?

Mi experiencia hospitalaria fue corta; pero lo que comprobado es que en Atención Primaria te conviertes en el enfermero de cabecera, casi eres uno más de la familia. En el hospital ayudas a solucionar un problema inmediato.

¿Cuñal es su visión de los grandes cambios que en los últimos ha vivido Enfermería?

Yo lo veo muy positivo. Además del cambio docente, donde se apuesta por la especialización, hemos tenido la suerte de asumir unas competencias que antes no teníamos. En Atención Primaria, por ejemplo, hemos pasado de ser ayudantes de los médicos a ser enfermeras de pacientes. Incluso hemos salido físicamente de la consulta del médico. Es una visión totalmente distinta en la que el paciente 'pertenece' a un equipo.

¿Cuál es el punto 'negro' de la profesión en estos momentos?

Desgraciadamente, en Atención Primaria siempre terminamos en lo mismo: cuántos somo y cuántos deberíamos ser. Nosotros lidiamos con enfermos crónicos, con dependientes; con casos que irán creciendo porque cada vez vivimos más. Y eso requiere más personal, si queremos mejorar la calidad asistencial. Debemos dejar de ser la cenicienta de la dotación económica, que actualmente se centra en los hospitales. Nos dicen que somos el puntal de la Sanidad, pero sufrimos aluminosis.

¿Está el personal desilusionado?

No pues creemos en la AP y vemos los resultados. Pero, desde nuestra experiencia, vemos los fallos y uno de los principales es que hay nueve áreas de salud en la Región y cada una de ellas se mueve por objetivos distintos. Creemos que debería haber metas únicas y comunes para todas las áreas, independientemente de dónde estén.

¿Es la enfermería una profesión eminentemente vocacional?

Yo era de las que pensaba que la vocación era muy necesaria; pero ahora creo que el elemento imprescindible es la formación y luego entran en juego el resto de las aptitudes y habilidades complementarias. Ahora podemos decir que nuestras enfermeras son las mejores formadas y eso hay que transmitirlo a la población para que no cambie. Y también debe quedar claro, porque así se ha demostrado, que hay el riesgo de morir de un paciente disminuye cuando le cuida un enfermero que cuando lo hacen otros colectivos.

¿Qué mensaje le gustaría dar a los ciudadanos?

Que sepan que toda personas, en cualquier etapa de su vida, tiene adjudicado un enfermero de familia en su centro de salud; que lo busque si lo necesita porque allí estará. Y que tengan la seguridad de que seréun profesional muy bien formado.