A pesar de que es una de las grandes sombras de la sociedad, cada vez existe una necesidad mayor de sacarlo a la luz. Así lo hizo la presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, Victoria Ortega, alertando que el caso de maltrato a ancianos se ha multiplicado por tres en las dos últimas décadas. Aun así, es difícil encontrar personas afectadas o profesionales dispuestos a manifestarse abiertamente sobre la materia.

En Murcia, los mayores de 65 años suponen casi un 15% de la población, por lo que los casos de maltrato a este sector solo apuntan hacia un aumento. «Nuestra Región tiene más personas mayores a las que la Seguridad Social debe ofrecer ayudas, y no solo sanitarias sino también atenciones sociales a domicilio o con subsidios», advierte Juan Dionisio Avilés, presidente de la Asociación de Geriatría y Gerontología (SEGG) de la Región.

Son pocas las denuncias que se recogen por maltratos a la tercera edad por un motivo principal, según la decana del Colegio de Psicólogos, María Jesús Catalán: «Les avergüenza que una persona cercana a ellas pueda hacerles daño». Sin embargo, no todos los casos de un cuidado inapropiado se dan de una forma voluntaria o meditada. «Se producen situaciones graves tanto en el ámbito de lo físico como en el manejo de las pensiones o sacar a los mayores de las residencias para cobrar la pensión. El maltrato es ponerlo delante de la televisión y que pasen cinco horas sin que nadie les hable», apunta el doctor.

«Por evitar que se hagan daño, se les puede dar más medicación de la que necesiten o dificultar la movilidad. Se manifiesta el deseo de protegerlos de manera inadecuada», explica la psicóloga. Esta idea la comparte Avilés, «muchos cuidadores intentan hacerlo lo mejor que pueden, pero no saben ya que no alcanzan a comprender la cantidad de cuidados que necesitan».

Existe una línea muy fina que separa los abusos de los malos tratos, y aún se carece de los mecanismos para hacer la separación. «La sociedad necesita aprender a comunicarse con los ancianos, a comprender su deterioro cognitivo, y a mantener una relación afectiva que cree una vida satisfactoria para todos», ilustra María Jesús Catalán.

Tipos de maltrato

  • Negligencia La RAE define negligencia como «descuido o falta de cuidado». En el caso de personas mayores se puede producir por la falta de una nutrición adecuada (comida y agua), el mal suministro de medicación o la falta de materiales necesarios como gafas, bastones y audífonos, entre otros.
  • Psicológica Son las actuaciones que provocan en cualquier persona, no solo en las de la tercera edad, sentimientos de temor, estrés o inferioridad. Se produce un retraimiento en el comportamiento de la persona, aislamiento e incluso desencadena la depresión.
  • Físico Cuando los profesionales hablan de maltrato físico se refieren al daño corporal producido de forma no accidental, ya sea producidos por golpes, empujones u otras actuaciones violentas meditadas. Se pueden manifestar con hematomas, arañazos, úlceras por presión, roce producido por posibles ataduras, arañazos, entre otra gran varierdad.
  • Económico Se produce cuando se obliga a la persona mayor a hacer un uso que no desea de su patrimonio. Implica el robo, el uso inapropiado de las posesiones de la víctima para obtener un beneficio que no repercute sobre el dueño de las posesiones.
  • Sexual Este tipo de abuso incluye cualquier contacto sexual que no haya sido consentido por la persona mayor. Se puede producir bien porque la víctima ha sido engañada, porque ha sido forzada o porque no tiene las condiciones requeridas para dar su consentimiento.

El tabú en torno al problema

«Hay un complejo hacia el mayor que la sociedad occidental no ha terminado de aceptar» y crea un tabú en torno al maltrato y a la tercera edad, explica Carmelo Gómez, coordinador regional de Mensajeros de la Paz. «A los servicios sociales y sanitarios nos da miedo entrar porque se crea una crisis dentro de la unidad familiar, una inseguridad de no saber bien qué es lo que estoy viendo y no tener los mecanismos necesarios para actuar. Esto produce que en cierto modo se mire hacia otro lado», termina.

«Los geriatras preferimos hablar de buenos tratos, pues cuando nos referimos al otro término hablamos de una actividad que escapa a nuestras manos y requiere la intervención de la justicia», aclara.

Los médicos son los primeros en poder detectar este problema pero «estamos muy desconectados del resto del sistema social», apunta Avilés. Según una tesis de la Universidad de Murcia de la ya doctora Leticia Sánchez, el 83% del personal socio-sanitario considera que tiene poca o ninguna formación para hacer frente a estos casos.

Responsabilidad social

Las personas mayores son uno de los sectores más vulnerables de la sociedad y existe una falta de medios que les garanticen una vida confortable y segura. Este problema no se limita a la víctima y al agresor, sino que involucra a todo el sistema social.

«Hay que tener más acceso a los recursos y la atención domiciliaria debe mejorar. Tiene que hacerse fisioterapia a domicilio, los médicos tienen que poder atender más en las casas y tiene que haber más servicios de geriatría. Además, los servicios judiciales deberían ser más rápidos para responder a las necesidades de la sociedad», demanda Avilés.

Es indudable que los avances médicos están propiciando grandes cambios en la población mundial, «está más llena de más mayores, más dependientes y por supuesto con más enfermedades», asevera Avilés. Los centros de atención primaria cuentan con médicos pediatras y no con geriatras cuando ya hay más ancianos que niños.

Los agentes

Al no existir unos valores estandarizados para detectar los casos de maltratos no se puede asegurar que hayan aumentado, pero Carmelo Gómez piensa que «es muy posible que con la situación de crisis que atravesamos, ha podido producirse algún caso más».

Si no se tienen cifras de las víctimas mucho menos de los perfiles del agresor; aunque parece que en la mayoría de los casos los agresores suelen ser personas cercanas al anciano. Familiares, cuidadores incluso vecinos o amigos que se sienten sobrepasados por la situación.

En cuanto a las víctimas suelen ser mayormente mujeres, y está también muy relacionado con la formación de las personas. «Hay que comprender que algo que para nosotros es intolerable, para ellas es normal. Antes ni siquiera podían sacar dinero del banco sin el permiso de sus maridos», aclara Gómez.