El matemático, profesor e investigador, Antonio Córdoba, comenzó a estudiar matemáticas cuando estaba en el Colegio Mayor Universitario Pío XII y continuó su especialización en la Universidad Complutense. Poco después, saltó el charco y se doctoró por la Universidad de Chicago. Ahora, y con un gran respaldo de experiencia en el mundo de los números, hace frente a la dirección del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT).

¿De dónde surge su gusto por las matemáticas?

Es algo curioso. De pequeño mi madre, que era profesora, me llevaba al colegio con ella. Sus alumnas, que eran solo chicas, sabían más de todo que yo, por lo que la única forma que encontré para destacar un poco era con las cuentas, que se me daban especialmente bien. En Bachillerato, tuve un magnífico profesor, Francisco Soto Iborra, que me enseñó mucho y ayudó a alimentar mi gusto por esta ciencia. Con las matemáticas me sentía seguro. Era el señor de mis dominios, si entendía lo que hacía no tenía que inventarme nada, como pasa en otras ciencias. Pero, bueno, creo que fue sobre todo aquella historia de mi infancia.

¿Cuál es su campo de investigación?

El análisis armónico. Para que me entiendan, la propagación de las ondas sirve para entender la luz y el sonido, cualquier movimiento ondulatorio. Es algo básico para la vida cotidiana, se usa desde en los hospitales con los TACs hasta para entender las vibraciones de las cuerdas de un violín.

¿Y para qué más pueden usarse las matemáticas?

La pregunta más bien sería al revés..., ¿para qué no sirven? Forman parte de cualquier aspecto de la vida. Quien afirma que las matemáticas no sirven para nada únicamente demuestra su ignorancia. Imagínate cuánto tardaríamos en la compra si las cajas no hicieran las cuentas automáticamente, las colas serían interminables. ¿Has visto tu letra del NIF? Pues se produce por algoritmos matemáticos creados en el siglo XIX. ¿Y todas las fotos que recibes por el móvil? También matemáticas.

¿Y qué se siente al poner su granito de arena en todos esos avances?

Lo disfruto porque es una parte muy importante de mi vida. Pero aun así, los matemáticos no somos los únicos científicos que impulsamos el desarrollo; necesitamos una base previa que son todos esos profesores de escuela e instituto.

¿Por qué resulta tan difícil estudiar y enseñar matemáticas?

En mi opinión, las matemáticas son difíciles porque son fáciles. En matemáticas, al menos en la fase básica, tratamos con cosas sencillas como son los números, los triángulos, las circunferencias... Pero tenemos que aprender a unirlos. Es como poner el sistema operativo en la mente humana, es normal que cueste. Aun así, es algo fundamental porque aprendemos los procesos deductivos, aprendemos a ver relaciones y a distinguir cuándo nos están vendiendo la moto. Conseguimos ser conscientes de si algo tiene lógica o carece de ella.

¿Se le ocurre alguna idea para motivar a los niños a interesarse por la ciencia?

Hay varios programas que están funcionando bastante bien. Están las olimpiadas que desde hace tiempo organizan los centros educativos y ahora, en algunas comunidades está Estalmat, un programa para detectar talentos matemáticos entre los niños y jóvenes. Se les lleva a sitios donde se les proponen problemas, se les preparan fiestas, se les enseña... Está generando una afición por los números entre los niños que participan o quieren hacerlo.

En el mundo de las matemáticas, y en la investigación en general, hay más hombres que mujeres. ¿A qué cree que se debe?

Es una cuestión universal. El acceso de la mujer a los estudios superiores es algo muy reciente. Con esta triste realidad y con los antecedentes históricos no resulta raro que, por el momento, haya menos matemáticas que matemáticos. Pero no es para nada terreno exclusivo de hombres. En mi universidad ya hay casi más chicas que chicos estudiando números, según estimo, la proporción sería de 55% frente a 45%. Es solo cuestión de tiempo.

¿Es cierta la idea que tiene la gente del matemático como un 'ermitaño'?

Bueno, bueno... El colectivo es muy amplio, así que supongo que puedes encontrar de todo. Mejores, peores y medio pensionistas. Yo personalmente conozco a personas muy interesantes, incluso cuando las sacas de las matemáticas. Y bueno, luego hay individuos que cuando los sacas de su materia se encuentran como pez fuera del agua, pero como en cualquier materia. Además, ellos son una muy pequeña minoría. Existe una tendencia a propiciar la difusión de los casos raros, como John Nash en Una mente maravillosa, pero no es la norma. También tendrían que dejar de mostrarnos en los libros o en las series, como en Cuéntame, a los profesores de matemáticas como gente con muy malas pulgas, aburridos que solo enseñan la tabla de multiplicar.

Ahora, como director del Instituto de Ciencias Matemáticas, ¿qué le gustaría aportar al centro?

Quiero, y el instituto siempre ha intentado, que el centro sea una casa para los matemáticos de todo el mundo. Queremos tener buenos investigadores, que resuelvan problemas, que sean objeto de deseo de la comunidad internacional y además, convertirnos en un lugar de interacción entre los matemáticos españoles con el resto de países. Si lo conseguimos, y alcanzamos este objetivo, a medio y a largo plazo contribuirá a que en España tengamos matemáticas y no sean ese desierto cultural que han sido gran parte de nuestra historia.

¿Cómo podríamos conseguirlo?

Siguiendo los buenos ejemplos. EE UU consiguió ser el centro de la investigación atrayendo a lo mejor del mundo, ofreciéndoles un sitio donde trabajar y propiciando el desarrollo. Los ciudadanos americanos están orgullosos de tener centros de investigación como el Institute for approach studies. Deberíamos conseguir que los españoles además de estar interesados en si su equipo gana o no una competición, se sientan también orgullosos de tener unos buenos centros de investigación, ya sea de matemáticas o de otras ciencias. Si lo conseguimos será un paso importante. A largo plazo nuestra economía funcionará mejor y seremos más competitivos.

Aunque vive en Madrid, ¿sigue manteniendo alguna relación con Murcia?

Tengo una casita en el Mar Menor a donde me escapo cada vez que puedo. Me gusta pasar por la ciudad y recuperar el sabor de nuestra cocina: las verduras, los pasteles de carne... Es difícil encontrar algo igual.

Por último, ¿qué le diría a los lectores para que dejasen de tener miedo a las matemáticas?

Les diría que las matemáticas son una manera bonita de poner el cerebro a funcionar, de entender y deducir. En cuanto se adquiere una pequeña maestría es más sencillo. Las matemáticas pueden enriquecer la vida. De la misma manera que la poesía no es incompatible con saber cómo se produce la puesta de sol; conocer un poco las matemáticas y las reglas del universo no impiden que la gente pueda sentir la belleza, al contrario, se aprende a valorarla más.