El presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), Miguel Ángel Ródenas, recibió ayer a los representantes de 16 de las 17 comunidades de regantes de la Vega Baja, que viven de sus derechos sobre las aguas cedentes del río, en un encuentro que tuvo lugar 24 horas antes de que sean recibidos en la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, en Madrid, para repetir un discurso ya consabido: si se sigue dando agua de la cuenca a los agricultores del Trasvase Tajo-Segura, y si se siguen pinchando los pozos de la cuenca, ¿qué futuro les aguarda?

El encuentro, que se prolongó durante algo más de dos horas, supone el contrapeso a todo lo que han defendido en las últimas semanas tanto la Mesa del Agua de la Región, como los representantes del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (Scrats), que tienen comuneros en Almería, Murcia y Alicante.

Mientras éstos piden que se les ceda 30 hm3 de la cuenca para hacer frente a la sequía de la cabecera del Tajo, los regadíos tradicionales alicantinos se niegan, y hablar de ilegalidad si se les concede.

Ródenas escuchó a los mismos agricultores que hacen tres meses le dieron un ultimátum: Se manifestarían a las puertas de la CHS si no se cerraban los mismos pozos de sequía que se cortaron en diciembre para reabrirse en enero.

Carlos Barrera, el representante de los regantes de Almoradí (Alicante), recordaba ayer que los agricultores del trasvase acaban de pedir otros 30 hm3, «pese a que se está sacando agua del Sinclinal de Calasparra y, a partir de ahora, desde un poco más arriba, en El Molar».

Añadió que «el Instituto Minero ya ha advertido que los acuíferos precisarán 9 años para recuperarse. Nosotros lo único que decimos es que si esta sequía sigue, tal y como está la cuenca, ¿de dónde vamos a regar nosotros, que somos los que tenemos derecho sobre las aguas del río».

A medida que los agricultores del trasvase van obteniendo agua gracias a las autorizaciones de la Administración, los de la Vega con derechos tradicionales ven mermar sus recursos hídricos. «Venimos con cordialidad y educación a estas reuniones; ellos (los del Trasvase) con soberbia y agresividad», apuntó Barrera, quien recordó que ellos representan a cientos de familias que trabajan toda la vida gracias al agua excedente de la cuenca.