Preparar una trampa contra el mosquito tigre no es ni complicado ni caro. El biólogo Antonio Morales explica que se puede hacer una utilizando un vaso negro de plástico al que se le rellena un poco de agua con un larvicida, y una tablilla para que pueda anidar el mosquito. Con eso es suficiente para atacar a las larvas y evitar que lleguen a convertirse en un insecto.

«Una vez que se hace adulto, puede reproducirse y seguir con el ciclo de vida», explica. La hembra puede poner 80 huevos cada seis días.

Sin embargo, las trampas están evolucionando y ya es posible encontrar alguna transparente en forma de embudo que impide al mosquito salir de ella.

Además, se están probando tratamientos con productos muy localizados, que sólo afectan a la larva, y no al medio ambiente. Uno de ellos utiliza 'bacilus', que es una bacteria que se come las puestas.

«Estamos muy a tiempo de controlar la población de este mosquito si todo el mundo colabora, vecinos y ayuntamientos», destaca el biólogo.

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Desde la empresa se considera imprescindible que las administraciones públicas dediquen este año un mayor esfuerzo en la información y educación de los ciudadanos, para que se puedan atajar nuevos focos.

«Se avanzaría mucho si no se dejaran macetas o recipientes con agua en el exterior o se evitara cualquier acumulación de agua; y que no se provoquen encharcamientos ni goteos», aconseja Antonio Morales.

La empresa también brinda sus servicios a los particulares. «Hemos realizado estudios desde el año 2013 y hemos comprobado que para controlar más las poblaciones de mosquitos se puede acudir a viviendas particulares, garajes, granjas y otros espacios», manifiesta el biólogo.

Los expertos también abogan por hacer campañas escolares y en los centros de salud, para que los sanitarios sepan identificar las picaduras, que provocan reacciones distintas a las del mosquito común. La picadura, de hecho, que suele producirse en las piernas, puede provocar reacciones alérgicas importantes.