El momento en el que un paciente terminal afronta el final de sus días es el adecuado para hacer una «relectura» de la vida que se acaba desde la niñez y el balance «siempre debería ser positivo», porque una vida «siempre ha tenido sentido para alguien y hay una huella que permanecerá», explicó la psico-oncóloga de Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, doctora María Rosa Castellano. «Nadie debería despedirse de este mundo si no hay un balance positivo», subrayó.

La doctora Castellano, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de la Región de Murcian, forma parte del Equipo de Atención Psicosocial (EAPS) que trabaja mediante convenio con el Servicio Murciano de Salud (SMS) complementando a los servicios de oncología de los hospitales Virgen de la Arrixaca, Morales Meseguer y medicina interna de los Arcos del Mar Menor. Este servicio cuenta con seis años de trayectoria en los que ha atendido de forma integral a más de 4.433 pacientes y 4.403 familiares.

El trabajo de este equipo de psiconcólogos es integral y comienza desde el momento en el que se comunica la noticia de la enfermedad al paciente. A continuación, realizan un acompañamiento durante toda la enfermedad, dotando al paciente de recursos para afrontar la enfermedad o se refuerza las que ya tienen.

El equipo ayuda tanto a pacientes como a familiares, que «son pacientes de segundo orden a los que no se les suele hacer caso, a pesar de que están pasando las de Caín por todo el proceso que tienen que vivir».

El equipo, que tiene su sede en las oficinas de Jesús Abandonado, originalmente estaba formado por tres personas y ahora se ha incrementado a cuatro, dos de las cuales son trabajadoras sociales.

Además, tiene la capacidad de movilizar a un voluntariado formado específicamente en cuidados paliativos, con el fin de que la persona que está sola en los últimos momentos pueda tener un acompañamiento. «Aquí no se desahucia a ningún enfermo», subrayó la doctora Castellano, quien destacó que la edad es un factor a tener en cuenta porque los ancianos evolucionan mejor ante las malas noticias y preguntan menos porque «ya han tenido toda una vida para adaptarse».

La doctora Castellano estima que los niños y adolescentes son «excelentes pacientes» porque viven una realidad «ajustada al momento» y su mundo está centrado en otros asuntos que no tienen nada que ver con la enfermedad.

Por contra, los adultos tienen una percepción de «futuro angustioso», con sensación de finitud, se les acaba el tiempo, lo que les hace «sentirse enfermos». Esta percepción puede comprometer la adaptación y aceptación del proceso, siendo la despedida una situación de gran sufrimiento vital que el psico-oncólogo puede abordar y tratar.