«No quiero morir. Iba a ser el primer día de un viaje alucinante». Este fue el primer pensamiento que le vino a la mente a María José Cánovas González, una murciana, natural de La Unión, que pensaba volar ayer al mediodía desde el aeropuerto madrileño de Barajas, en dirección a Riad (Arabia Saudí) en el avión que recibió una falsa amenaza de bomba. Después de permanecer hora y media en el aparato, sin que nadie les diera ninguna explicación, oyó que alguien gritó: «Vamos a salir del avión», y a partir de aquel momento, todos los pasajeros del vuelo SVA 226, salieron en tropel empujándose. «Me hice daño en el cuello y he visto cómo la gente se tiraba por la colchoneta de emergencias. Se ve que a una azafata le entró el pánico y la gente empezó a correr», explicó.

María José ignoraba -igual que el resto del pasaje- que en el aeropuerto se había decretado la alarma general por una nota hallada en el avión clavada con un cuchillo romo del servicio de catering que decía «amenaza de bomba» en inglés.

A unos 50 metros del avión, de la compañía Saudi Airlines (Saudia), un grupo de policías les aguardaban. «Nos han cacheado a unos más que a otros y después nos han llevado en autobús desde la T1 a la T4. No sabíamos si el peligro estaba en alguno de los pasajeros en el avión. Allí nos han metido en una sala y después nos han repartido en otras dos salas dividiendo al pasaje entre europeos y extracomunitarios. Nos han hecho fotografías, pruebas caligráficas, como si fuéramos culpables», dijo.