Las especies piscícolas de interés comercial como meros, corvas, dentones, sargos reales y espetones han incrementado cinco veces más su población en la reserva marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas que en zonas limítrofes como el Cabo Tiñoso, que no goza de esta protección.

Estos datos proceden del censo visual con escafandra autónoma, y de capturas de la pesca artesanal, según explica José Antonio García Charton, del grupo de Ecología y Conservación Marina del departamento de Ecología e Hidrología de la Universidad de Murcia, grupo encargado de llevar a cabo el seguimiento de la reserva desde la temporada 89-90, tras el convenio firmado con la consejería de Agricultura y Agua.

«Estas son especies depredadoras apicales, cuya alta abundancia es síntoma de buena salud del ecosistema marino», explica el biólogo.

La Universidad hace un seguimiento todos los años para comprobar «la respuesta ecológica y marina» a las medidas de protección de esta zona, que tiene una extensión de unas 1.890 hectáreas, dentro de las cuales 270 son reserva integral, en las que no se permite ninguna actividad salvo la investigación.

«Este año ha sido especial, pues en julio de 2014 se impuso por vez primera un sistema de cupos para el buceo recreativo y se reorganizaron las labores de vigilancia para evitar los problemas que había con la pesca furtiva, por lo que queríamos comprobar qué impacto habían tenido estas actuaciones sobre la reserva», comenta García Charton.

Uno de los factores analizados ha sido el comportamiento de la pesca artesanal, «cuyo aumento en este último año ha sido notable, por lo que la protección se ha demostrado claramente positiva», apunta el investigador, añadiendo que el hecho de que el incremento de las capturas no tenga una misma respuesta económica en el sector «es un problema de comercialización; hay que darle más valor a la pesca artesanal».

Por lo que respecta a la pesca recreativa, los datos preliminares del estudio indican que entra en competencia directa con la artesanal, «por lo que creemos que se debe vigilar más, pues se ha comprobado que, pese a estar prohibido, venden sus capturas».

Impacto del buceo

También han estudiado la evolución del briozoo o ´falso coral´ como indicador para comprobar el impacto del buceo en la reserva.

«Siguen los mismos valores que otros años, que muestran que allí donde no se bucea esta especie abunda cinco veces más que donde sí se realiza esta actividad», señala García Charton, si bien puntualiza que tienen intención de buscar otros indicadores en especies de crecimiento más rápido.

«La Comunidad quiere revisar los cupos basándose en las investigaciones», indica, concluyendo que los centros de buceo «cada vez están más sensibilizados y son más respetuosos con el medio marino».