­Uno de los indicadores de que la economía va bien es el consumo eléctrico. Y las empresas generadoras de esta energía emiten CO2 a la atmósfera cuando realizan su actividad, emisiones que son controladas por la Administración por mandato del Protocolo de Kioto. Según los datos recogidos en el Informe sobre las Emisiones de Gases de Efecto Invernadero en la Región de Murcia, desde que comenzó la crisis las plantas de generación eléctrica de ciclo combinado del Valle de Escombreras contaminan menos, millones de toneladas menos.

El último año en el que todavía el sector ´campeaba el temporal´ fue 2008, cuando las tres plantas del Valle controladas por la dirección general de Medio Ambiente emitieron 5.386.805 toneladas de dióxido de carbono. El año pasado las empresas lanzaron a la atmósfera 915.328 toneladas. Incluso una de ellas emite el mínimo necesario para que no se considere que ha cesado la actividad, apenas una veintena de toneladas.

«Está claro por las cifras que las eléctricas son víctimas de la crisis de la construcción, puesto que hay empresas ligadas al mismo que apenas tienen actividad o que han desaparecido, con lo que o no consumen nada o muy poco de electricidad», comenta Francisco Victoria Jumilla, jefe del Servicio de Fomento del Medio Ambiente y Cambio Climático de la dirección general de Medio Ambiente de Murcia.

Un sector también controlado por la Administración que no sólo no se ha recuperado, sino que ha salido del mercado, ha sido el de las cementeras. Tal y como se recoge en el informe, la cementera más importante de la Región, Holcim, ubicada en Lorca, pasó de emitir 508.549 toneladas de CO2 a la atmósfera en 2005, a bajar en picado en el año 2009, en el que sólo produjeron 121.965 toneladas. El descenso siguió hasta las 62.123 toneladas en 2012, último año en el que la cementera estuvo abierta. La crisis del ladrillo se llevó por delante a esta industria y cerró en 2013.

Ligadas a la construcción hay dos empresas que han tenido más suerte, pues aunque han visto afectada su producción siguen ´vivas´. Es el caso de las dos industrias de tejas y ladrillos cuya actividad emisora de dióxido de carbono es controlada por Medio Ambiente.

En el caso de la empresa ladrillera, su actividad empezó a decrecer a partir de 2008, año en el que envió a la atmósfera 11.010 toneladas. Su peor dato fue en 2012, con 4.808 toneladas. A partir de ese año su actividad mejoró hasta emitir las 7.247 toneladas del año pasado.