No puede negarlo. El amor por su profesión se deja ver en cada una de sus palabras, así como su interés por ayudar a los demás sin pensar en una contraprestación. A sus ochenta años afirma que no tiene pensado dejar de ejercer y reconoce que lo que siente por la psicología es «amor».

El Colegio de Psicólogos de la Región le ha distinguido en los Galardones de la Psicología Murciana 2011. ¿Esperaba este reconocimiento?

Lo cierto es que no. Ha sido toda una sorpresa. Sólo me he dedicado a mi profesión y desde que terminé de estudiar en 1980 y comencé a trabajar en este campo me he esforzado por ayudar a la gente. Lo primero que tuve que hacer fue reconocer el pluralismo de la psicología, aunque finalmente me decanté por el psicoanálisis.

El premio se concede como reconocimiento a toda una vida profesional. ¿Qué destacaría de su paso por el mundo del psicoanálisis?

Es una profesión bonita por la que siento pasión, sólo hay que ver que tengo ochenta años y no me retiro. Una de las metas que siempre me he marcado es lograr que el psicoanálisis sea accesible a cualquier persona y que la cuestión económica no sea un freno para ayudarles. De ahí que haya casos en los que no cobramos nuestra tarifa, sino que el paciente nos da lo que puede permitirse, según su situación. Algo en lo que creo es que debemos estar a disposición de quienes nos necesitan.

Después de treinta años de profesión ¿cree que la psicología de ahora se parece en algo a la que había cuando usted comenzó?

Se han producido cambios, pero la psicología sigue siendo un medio para ayudar a los ciudadanos a ser responsables. No se puede separar la patología de la ética y en el mundo actual no hay mucha ética. Se percibe una dejación, los ciudadanos no tienen ganas de afrontar los retos, y la responsabilidad es la clave del ser humano. Además de la crisis económica tenemos una moral.

¿Qué consejo daría a los nuevos psicólogos como experto en la materia?

El principal consejo es que admitan siempre que somos ignorantes y que hay que intentar mejorar y superarse adquiriendo nuevos conocimientos.

¿Recuerda alguna anécdota o caso con especial cariño?

Uno que siempre me quedará es el de un paciente psicótico al que traté hace años y que incluso recibió electrochoques en el hospital Psiquiátrico. Tras la terapia comenzó a trabajar y renunció a la paga que tenía por su enfermerdad. Recuerdo que estaba empeñado en que le quitaran la etiqueta de ´enfermo mental´.

En los Galardones de la Psicología Murciana comparte premio con compañeros que ayudaron en el terremoto de Lorca. ¿Cómo ve la labor que realizaron?

Yo mismo me ofrecí para colaborar en aquella ocasión. Cada uno debe compartir lo que tiene con los demás y colaborar en todo lo que pueda. Eso exactamente es lo que hicieron mis compañeros.