Las cifras pueden llegar a decirlo todo: unos 1.000 menores del barrio de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, son niños de la calle, y unos10.000 están en riesgo de serlo. Ante esta realidad se enfrenta cada día, desde hace tres años, el murciano Daniel de la Traba López, titulado en Educación Social por la Universidad de Murcia y director de Centros del proyecto Oikía, una casa en la que atienden y ayudan a menores sin futuro, que viven rodeados de violencia y que han hecho de la calle su modo de vida, su morada y su libertad.

¿Qué es Oikía?

En griego significa casa. Este nombre lo eligió José Cervantes (sacerdote murciano que también trabaja en este proyecto) y lo hizo porque Oikía es una casa de acogida, aunque deja total libertad de decisión a los menores que llegan hasta allí.

¿Cómo es el funcionamiento de esta casa?

Tenemos tres centros (diurno, nocturno y la escuela taller de carpintería) y en ellos le damos la opción de libertad y de tener un futuro mejor a los chicos que viven en la calle. La casa apuesta por un trabajo individualizado. Nosotros podemos acompañarlos para indicarles que hay algo mejor, aunque ellos deciden.

¿Cómo es el día a día en Oikía?

En el centro nocturno se les atiende, se les da de cenar, duermen y desayunan. El diurno es más un centro cultural, un espacio escolar donde los niños aprenden a leer y escribir y muchos de ellos logran salir con la libreta escolar (graduado escolar). Luego tenemos la escuela taller de carpintería, una especie de FP. Allí los niños hacen juguetes educativos con maderas recicladas y nuestro sueño es empezar a comercializarlos para que el taller se pueda autofinanciar.

¿Cómo es la realidad en el barrio de Santa Cruz de la Sierra?

Una marginación absoluta. Fíjate, Unicef cataloga la situación infantil en Bolivia al mismo nivel que la de los niños soldados. En Santa Cruz no están armados, pero existe violencia sexual, institucional, drogodependencia, en definitiva, un abandono total. La violencia rodea a estos niños, es un tipo de infancia que el mundo no se puede permitir.

Pensar en que esta situación acabe algún día ¿es una utopía?

La cooperación al desarrollo global debe hacer que esto termine. Esta claro que en cinco o diez años no será, pero quiero creer que sí que cambiará algún día.

¿Somos conscientes en España de la realidad de Bolivia?

Hay una conciencia parcial de la realidad. Yo, que estoy allí, he tardado mucho tiempo en comprender muchas cosas, y a día de hoy aún me pasa. La gente, en general, se implica en la medida de sus posibilidades, pero para mí, lo importantes es la capacidad de poder empatizar con el otro, saber compartir las cosas con estos chicos y no imponerlas. No se les puede juzgar. Hay niños de la calle que han hecho barbaridades y no son culpables, son víctimas.

¿Cómo lleva su familia que decidiera vivir en Bolivia?

Mi familia lo lleva muy bien y probablemente es la culpable, en el mejor sentido de la palabra, de esta situación. Si no me hubieran inculcado ciertos valores no sé si estaría allí, haciendo lo que hago. Siempre surge la nostalgia, ya que pasas navidades y momentos lejos de ellos. Al final lo que se echa de menos es a las personas.

¿Cómo se puede ayudar al proyecto Oikía?

A través de la Asociación Ayuda a los Niños de Bolivia se pueden hacer donativos en la cuenta corriente de Cajamurcia: 2043-0278-28-090-051712-1. Asimismo, quien lo desee puede ponerse en contacto con nosotros en casaoikia@gmail.com.