Quince años después de que la empresa Peñarroya dejara de verter toneladas de desechos mineros a la bahía de Portmán, la presencia de metales en las aguas de la zona sigue superando con creces los niveles del resto del litoral mediterráneo. Y eso, pese a que la concentración de metales pesados ha caído de forma significativa en estos tres lustros, desde 1990, fecha en la que cesaron los vertidos, hasta el 2005, periodo fijado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) para evaluar la evolución de la contaminación del medio marino en Portmán.

La semana pasada, la bahía de Portmán recibió la visita del director general de Sostenibilidad de la Costa, Pedro Antonio Ríos; y de la jefa de la Demarcación de Costas, Paca Baraza. Ríos adelantó que este jueves se reunirá la Comisión de Seguimiento, integrada por el Ministerio, la Comunidad Autónoma y el ayuntamiento de La Unión.

Según el estudio del IEO, la bahía de Portmán sigue siendo uno de los grandes puntos negros del Mediterráneo, no sólo de España, sino también de otras áreas costeras europeas. Así, por ejemplo, según recoge el estudio, «las concentraciones de metales medidas en Portmán en 2005 son también mayores que los valores medios obtenidos en estudios anteriores en las costas sur-mediterránea y noratlántica de España, la costa mediterránea de Francia y áreas costeras del oeste de Noruega».

Para cuantificar la presencia de metales en las aguas de Portmán, los científicos del IEO han recurrido a los mejillones, «reconocidos a nivel internacional como organismos indicadores de la contaminación del agua marina desde hace décadas, debido entre otras causas, a que son organismos filtradores con una baja capacidad para eliminar los compuestos tóxicos», señala la científica Concepción Martínez. «Al filtrar grandes volúmenes de agua cada día, los contaminantes presentes en la columna de agua (a bajas concentraciones) se bioacumulan en sus tejidos (alcanzando concentraciones más altas) y permiten que sean detectados y cuantificados más fácilmente, integrando la contaminación del agua de mar en el tiempo y en el espacio», añade.

Los mejillones fueron recolectados anualmente en la bahía de Portmán cada mes de junio durante los años 1990 y 2005. En el estudio también se recurrió a otra especie, el salmonete de fango, aunque en este caso las muestras se redujeron al año 2004 y se extrajeron en siete áreas del litoral mediterráneo con diferente grado de contaminación por metales (Mar Menor, Santa Pola, Mazarrón, Águilas, Portmán, Almería y Nerja).

Los metales que más abundan aún en las aguas de Portmán son el plomo y el cadmio, que alcanzan en esta zona de la Región uno de los niveles más altos del Mediterráneo, seguido del mercurio. En este sentido, el estudio alerta de las graves consecuencias que para el medio marino supone esta situación persistente de contaminación. «Es sabido -señalan los científicos responsables del estudio, liderado por José Benedicto- que la presencia en el medio marino de todos estos metales no esenciales produce toxicidad en los organismos, incluso a dosis muy bajas». Una presencia que podría aumentar si se dragan los sedimentos costeros de la bahía, en la que se acumulan aún toneladas de residuos mineros. El dragado, previsto en el proyecto de regeneración de la bahía, «podría producir toxicidad crónica o subcrónica en invertebrados marinos», concluye el estudio.