La limpiadora del edificio donde vive Pedro Alberto Cruz se enfrentó la semana pasada a unos jóvenes que trataban de acceder al interior del bloque. La mujer, de nacionalidad rumana, impidió que los chicos entraran a la escalera y ellos reaccionaron mal, enfureciéndose y descargando su ira a golpes contra el telefonillo, que acabó destrozado.

Así lo relatan los vecinos del consejero, detallando que cuando los jóvenes rompieron el portero automático, «pensamos que era sólo un acto vandálico que podía haber ocurrido en cualquier otro edificio». Pero el sábado cambiaron esa idea, y «ahora, después de la paliza que le han dado, creemos que los que vinieron la semana pasada intentando entrar iban a por él», asevera uno de los vecinos.

Si están en lo cierto, la agresión estaría planificada desde hace días o incluso con semanas de antelación, y la hipótesis que apunta a la autoría de unos sicarios podría ganar credibilidad. De hecho, esta posibilidad es la que mayor peso tiene en las investigaciones.

Lo cierto es que la versión de que el brutal linchamiento al consejero estaba planificado con días de antelación es la que sostiene el propio agredido, Pedro Alberto Cruz. «Un día de estos me van a partir la cara», dijo el viernes a su amigo y director de Bellas Artes y Bienes Culturales, Enrique Ujaldón, mientras tomaban café, según trasladó ayer a esta redacción. Ujaldón comentó también, en una de sus salidas a las puertas del hospital Reina Sofía –donde permanece ingresado Cruz– que el consejero le contó el incidente del telefonillo y también le confesó que en los últimos días habían llamado a su portero automático insultándole, y su asistenta, que era la única que estaba en casa, se lo había comunicado.

«Se sentía vigilado y preveía que esto le iba a pasar», concluye su amigo, aún impactado porque «la agresión fue salvaje, tenía la cara completamente hundida, era espeluznante verlo».

El ataque al titular de Cultura se produjo en las inmediaciones de su casa, en un callejón anexo a su vivienda, ubicada en la céntrica calle Cánovas del Castillo de Murcia. Según el relato de un testigo, tres personas, de entre 25 y 30 años, nacionalidad española, complexión normal y vestidos con ropa similar y de color negro, le insultaron cuando salía de su portal, golpeándole en la cabeza y en la cara con un puño americano de hierro, y todo a cara descubierta.

El detalle del arma utilizada es para algunas personas cercanas al entorno de Cruz otro indicio de que los agresores son profesionales, matones a sueldo que cuentan con objetos violentos para acometer sus ataques.

En cuanto a las razones que podrían haber llevado a alguien a contratar a unos sicarios para propinarle una paliza a Cruz –en caso de que se compruebe que esta hipótesis es cierta–, las personas de su entorno tienen opiniones diferentes. Unos creen que las inversiones en proyectos culturales en tiempos de crisis económica «podrían despertar la ira de ciertas personas afectadas por las medidas del Gobierno», mantiene un amigo de Cruz.

Otras fuentes apuntan que «si alguien ha pagado a matones para que le peguen no es por el tema de los recortes del Gobierno, sino por cuestiones personales de Pedro Alberto, que nada tienen que ver con política».

Jóvenes antisistema

Pero, junto a la hipótesis de la contratación de unos sicarios, la Policía Nacional tampoco descarta otra posibilidad: que los agresores sean unos jóvenes antisistema con antecedentes policiales por cometer otros actos vandálicos.

En este sentido, esta redacción ha podido saber que la Policía está visionando con lupa las imágenes de los asistentes más radicales a las últimas manifestaciones por las calles de Murcia –con motivo de los recortes presupuestarios–, donde se mostraron pancartas contrarias al titular de Cultura criticando su gestión económica y su parentesco con el presidente de la Comunidad Autónoma.

Los agentes se centran en hallar similitudes entre algunos de los rostros vistos en las recientes protestas callejeras y las fotografías de los archivos policiales de personas con antecedentes policiales o penales.