Decían que la envidia era el deporte nacional, seguramente porque entonces no se conocía los límites de la ignorancia. Ha llegado la hora de dejar de agachar la cabeza cuando a uno le señalan como empleado público y salir a la luz pública para dejar claro que sólo la gran mayoría de los funcionarios han demostrado que son como mínimo igual que los mejores y más preparados trabajadores que existen en el mercado.

Hay que recordar a mucha gente que cuando uno va con un dolor de estómago a las cuatro de la mañana son empleados públicos quienes le atienden, que los docentes públicos han demostrado dos, tres y cuatro veces superar oposiciones hasta conseguir su plaza, que quien le atiende en una ventanilla después de pelear y disputar con miles de personas una plaza ganan mil euros, y sobre todo, que nosotros pagamos nuestros impuestos religiosamente y no hacemos trampa como mucha gente.

Como cualquier ciudadano he realizado horas de cola en bancos y cajas de ahorro y he visto trabajadores ágiles y rápidos y otros lentos y gandules, he comprado carne y me he tropezado carniceros buenos y pésimos, he hecho obras en mi casa y la opinión que tengo de una parte de sus profesionales me la guardo, y por supuesto he realizado papeleos en la administración y hay mucho que mejorar, pero sobre todo nunca se me ocurrió generalizar y criminalizar a un sector basándome en la envidia y la ignorancia, porque la mala fe la desestimo.Sigue leyendo en El Rincón del Funcionario