Los funcionarios de la prisión de Sangonera extremaron ayer la vigilancia de los presos etarras que cumplen condena en este centro penitenciario para observar si mostraban alguna reacción ante el comunicado emitido por la banda terrorista ETA anunciando un «alto al fuego permanente, general y verificable». Fuentes de la prisión aseguran que no hubo ninguna reacción por parte de ninguno de los ocho etarras encarcelados en Murcia.

La Comisión de Cárceles española remitió a la prisión de Sangonera el comunicado de ETA solicitando una vigilancia especial de estos reos ante la posibilidad de que manifestaran algún comportamiento inusual como consecuencia de la decisión de la banda.

Actualmente ocupan celdas en el centro penitenciario de Sangonera ocho etarras, seis hombres y dos mujeres. Los presos Josu Amantes, Mirian Campos, José María Novoa, Francisco Ramada, Gorka Martínez y Joseba Segurola son algunos de los reos vascos de la cárcel murciana, y hace tan sólo unos días, otros dos presos –una mujer y un hombre– fueron trasladados al centro penitenciario.

El último etarra que entró a la prisión de Sangonera llegó a la Región la semana pasada, trasladado desde una prisión de San Sebastián tras mostrar pancartas pro etarras desde la ventana de su celda, que daba al exterior, en las que se podía leer «Gora ETA» entre otras frases de apoyo a la banda terrorista. Así, la dirección del centro penitenciario vasco decidió enviar a Murcia a este miembro de la kale borroka a causa de su comportamiento en prisión.

Huelga de hambre

Los presos políticos de ETA recluidos en la prisión de Sangonera iniciaron el pasado 25 de octubre una huelga de hambre como método de protesta para exigir a la dirección de la prisión que los reagruparan en un mismo módulo.

Los seis terroristas exigían que se pusiera fin a su situación de aislamiento, y denunciaban la insalubridad de las duchas y de los servicios y la plaga de ratas en el comedor.

El director del centro penitenciario de Sangonera, Francisco Marín, explicó que los presos habían abandonado su huelga una semana después, ante la negativa de reagruparlos, ya que «en el centro tenemos un sistema de clasificación para distribuir a los presos por módulos y no hay motivo para cambiarlo, y menos a través de medidas de presión».