Cuando todavía no sabía lo que era un tsunami, Diego Rodriguez Arcas dejó Águilas, su tierra natal, para embarcarse en la que sería la aventura de su vida. Nadie podría haberle pronosticado que unos pocos años después se convertiría en jefe del grupo de modelación numérica de tsunamis en la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) en Estados Unidos. Su padre era médico en el hospital Rosell y su madre, catedrática en la Politécnica de Cartagena. Pasó su niñez a caballo entre Águilas y Cartagena, lugares a los que recuerda con cariño y a los que regresa cada verano. Reconoce que se siente mitad español, mitad americano. Se muestra un apasionado del mar y afirma que «le costaría mucho vivir en un lugar donde no lo hubiese». El aguileño ofreció ayer una conferencia con la que se abrirá el ciclo Mirando al Mar, que organiza la UMU y que se celebró en Águilas.

¿Cuáles fueron las principales lineas temáticas de su conferencia sobre tsunamis?

Traté principalmente cuatro temas: Las característica físicas de un tsunami, el peligro y el riesgo de tsunamis en el Mediterráneo, la función de alerta de tsunamis, que es la labor que yo más desempeño y, por último, el trabajo de campo, que consiste en que científicos de todo el mundo se reunen y acuden al lugar de la catástrofe para estudiar la zona. Me apasiona esta parte porque te permite viajar y crecer a nivel personal y humano.

¿Con qué frecuencia suelen producirse tsunamis?

Se producen tsunamis con mucha frecuencia, lo que pasa es que muchos sólo son instrumentales; es decir, sólo se registran con aparatos que los miden, no son lo suficientemente intensos para que causen daños materiales o se puedan percibir. De todos modos, suele haber uno al mes normalmente y se registran sobre todo en el Pacífico y en el Índico.

¿Se pueden producir tsunamis en el Mediterráneo?

En el Mediterráneo es prácticamente imposible. En el Mediterráneo oriental hay mayor actividad volcánica y sí que se producen movimientos marinos, pero esa zona está muy lejos de la parte occidental, por lo que ni se notaría el tsunami.

¿Se puede prever cuándo se va a producir un tsunami?

Es imposible de saber, ni de evitar. Lo que sí podemos conocer es el efecto que puede tener la onda expansiva del agua. El sistema de alertas nos permite ganar tiempo para posibles evacuaciones, para concienciar y educar a la población, aunque hay zonas que el tsunami llega tan rápido que no hay tiempo para nada.

¿Cómo ha afectado la crisis a su departamento?

La verdad es que no se ha notado demasiado porque nuestro presupuesto se aprobó para cuatro años, cuando termine este periodo veremos a ver lo que pasa, aunque en los últimos años la inversión para investigación en materia de tsunamis ha crecido.

¿Qué es lo mejor y lo peor de su trabajo?

Lo mejor es el trabajo de campo, cuando visito una catástrofe, ver el lado más humano de las personas, el poder de la naturaleza y la magnitud del tsunami. Lo peor es lo tedioso de muchas parcelas de mi trabajo que no se basan en la investigación.

Siempre ha estado en lugares que tienen mar. ¿Podría vivir en una ciudad que no lo tuviese?

Tendría bastante problema, me gusta el mar, siempre he convivido con él y no creo que pudiese adaptarme a otro entorno.