María se encontraba inmersa en los preparativos de la comunión de su hijo. Faltaba sólo un mes e iban a celebrarlo con una gran fiesta. Su marido, sargento de la Policía Nacional destinado en San Sebastián, volvería a San Ginés para vivir ese día tan especial junto a su familia. La tragedia trastocó todos los planes de María. Su hijo hizo la comunión al año siguiente, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de su padre.

"Mis hijos tienen una amargura que no se les quitará nunca. A nosotros nos destrozaron la vida"