Quién no conoce a algún niño que consiga tranquilizarse o dormir chupándose un dedo? Son muchos los menores que alargan esta costumbre que comienza dentro del vientre materno. Los especialistas recomiendan que los niños no continúen con este hábito más allá de los 3 ó 4 años de edad.

Así lo defiende el doctor José María Ponce de León, quien ayer presentó una comunicación oral, titulada 'Siete maneras para dejar de chuparse el dedo', en la 56 Reunión de la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO), celebrada en el Auditorio de Murcia.

Más allá de fórmulas mágicas y teniendo en cuenta que el objetivo es que el niño deje de chuparse el dedo, Ponce de León asegura que los remedios caseros son los más efectivos. Aun así, el especialista mantiene que al tratarse de un problema de comportamiento o actitud, "los padres deben dar indicaciones positivas, en vez de reñir". En este sentido, afirma que hay que llevar a cabo "un plan de tratamiento en casa a base de premios, tipo: si no te chupas el dedo en todo el día, cenamos en el MacDonald". "Hay que darle un enfoque psicológico a este problema y conseguir que el niño abandone este hábito si queremos evitar problemas en el desarrollo físico, emocional y social del niño".

Asimismo, Ponce de León asegura que son muchos los adultos que acuden a los especialistas, debido a que siguen chupándose el dedo, ya que no se ha puesto remedio al problema. Una vez llevado a cabo un refuerzo psicológico positivo, el doctor recomienda algunos recursos disuasorios para conseguir que el niño abandone el mal hábito:

Poner tiritas en el dedo pulgar.

Mojar el dedo en vinagre o zumo de limón.

Utilizar esmaltes indicados para dejar de morderse las uñas.

Usar el pulgar de un guante.

Prótesis pulgares fijas.

Estos se podrían considerar remedios caseros, pero si el problema en la dentadura del niño es mayor, se debe acudir a un especialista y, en la mayoría de los casos, los médicos acaban colocando al niño un costoso aparato para corregir los daños causados por la succión del dedo.

Los problemas asociados a dicha succión, además de las deformaciones dentales, podrían ser: un mayor riesgo de enfermedades infantiles contagiosas o la posibilidad de ralentizar el desarrollo social del niño, porque los menores que se chupan el dedo son percibidos por sus compañeros como bebés y, en muchas ocasiones, no son aceptados por el grupo como iguales o llegan a ser discriminados.