Siete personas -algunas de ellas ataviadas con monos naranjas similares a los que usan los presos en Guantánamo- protestaron ayer frente a Los Jerónimos por la concesión de una cátedra a Aznar en la UCAM. Los manifestantes portaban pancartas en las que se leía 'Juicio a Aznar', 'Aznar asesino', 'Aznar al tribunal' y 'Aznar genocida', aunque no gritaron consignas y desarrollaron una protesta pacífica.

Mientras, en la puertas del monasterio, José Luis Mendoza -que lucía en el cuello la medalla de la Orden de San Gregorio Magno- esperaba a sus invitados. Integraron la mesa de autoridades -además de Aznar y el presidente de la UCAM- el presidente de la Región, Ramón Luis Valcárcel; el cardenal prefecto de la Consagración para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Antonio Cañizares; el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes; el consejero de Universidad y Empresa, Salvador Marín; la rectora de la Ucam, Josefina García Lozano; el rector de la Universidad San Pablo CEU, José Alberto Parejo; el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín; el obispo emérito de la diócesis de Cartagena, Javier Azagra, y el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña. Faltó, como era de esperar, Juan Antonio Reig Plà, cuyo enfrentamiento con Mendoza cesó al ser trasladado por Ratzinger a Alcalá de Henares.

Entre los presentes, el presidente del Consejo Territorial en Murcia de Caja Mediterráneo, Ángel Martínez -que saludó con afecto a monseñor Ureña- y el ex consejero de Educación Medina Precioso -con birrete azul, pues es catedrático-, quien se fundió en un abrazo con el rector honorario de la UCAM, Antonio Montoro, en uno de los intermedios del acto académico. También asistieron los consejeros de Valcárcel Inmaculada García y Joaquín Bascuñana, que compartieron fila en el templo con los diputados nacionales del PP Jaime García Legaz y Vicente Martínez Pujalte.

Por otro lado, se notó la sintonía existente entre las 'primeras damas'. Así, nada más bajar del coche oficial, Ana Botella se puso a la vera de la esposa de Valcárcel, Charo Cruz, y apenas se despegó de ella. La concejala lucía unos altísimos tacones, aunque, al igual que su esposo y el resto de autoridades civiles y religiosas, optó por no hacer declaraciones a los periodistas. Los zapatos de Botella no influyeron en sus ganas de hablar con la prensa, al contrario que le pasa a su jefa en el PP de Madrid, Esperanza Aguirre, quien hace unos días explicó que ella no hace declaraciones si no lleva tacones.

También ejerció su papel de anfitriona con la concejala la señora de Mendoza, Mª Dolores García, quien hasta esperaba a que Botella saliese del baño para no dejarla sola ni un segundo. Igualmente, alternaron con la edil la ex consejera popular Lourdes Méndez y la senadora María José Nicolás.

Pero el protagonista del día fue Aznar. Mientras en la calle unos pocos recordaban su cuestionado papel en la guerra de Irak, en el templo el ex presidente recibía sonoras ovaciones: al empezar su comparecencia, al concluir, cuando Mendoza le entregó el título de catedrático de honor, o cuando alguna de las autoridades lo elogiaba. El antecesor de Zapatero pasó buena parte del acto sentado a la vera del alcalde Cámara, y casi siempre con las manos entrelazadas y el gesto serio. Pero, cada vez que en un descanso se daba una vuelta por los pasillos del templo, era abordado por personas que querían saludarlo, tocarlo, besarlo y recordarle que, siempre según su criterio, es y seguirá siendo el mejor líder que ha tenido España en su etapa democrática.