El Portús es una playa de contrastes, donde aún se percibe y disfruta del encanto de lo pasado de moda: en las casas que se asoman al mar para ver pasar los petroleros rumbo a Escombreras, en su ermita colgada del monte con su pequeña campaña, en su abandonado cuartel de la Guardia Civil con la bandera de España pintada sobre la cal blanca y descolorida por el sol, o en las barcas de vivos colores que descansan en la playa de arena y piedras.

Esta playa se ubica en la desembocadura de la rambla que busca el mar entre La Muela, con sus 551 metros de altura y de recomendable ascensión en cualquier época del año menos en esta, y la sierra de la Estrella. Paralelo a la rambla y junto a la carretera por la que se accede está el mesón Ramírez, de parada obligada para comprar tomates de sabor único o embutido de la tierra. Por no hablar de su conejo al ajo cabañil. Para llegar a El Portús hay que dejar Cartagena por la carretera que va a La Azohía e Isla Plana. Nada más pasar un pueblo llamado Canteras se coge una desviación a la izquierda. Tres kilómetros después se llega a la playa.

Desde El Portús también parte un sendero espectacular que atraviesa las estribaciones de La Muela en dirección hacia Cabo Tiñoso. Son varias horas de estrechos pasos con caídas de vértigo al mar, pero para los senderistas de la zona no tiene igual. Es mejor tener experiencia para

realizar el camino. Pero si por algo es famoso El Portús es por su camping, refugio de cartageneros que prefieren vivir un poco al margen de la ciudad y de extranjeros que han encontrado aquí todo lo que se necesita para vivir.

Las instalaciones han obtenido varios premios y reconocimientos internacionales y su director, Aurelio Vaquero, se esmera en seguir ofreciendo a sus clientes y amigos uno de los mejores campings nudistas del mundo. Además, quien quiera comer bien tiene la posibilidad de acudir al restaurante de Ramón Burcet, tan buen cocinero como autor de relatos.