Treinta y siete de los ochenta y dos ciudadanos bolivianos que embarcaron en el crucero 'Sinfonía' tenían como destino la Región. Los inmigrantes, que no consiguieron desembarcar en Tenerife, Cádiz ni Valencia, al no disponer de la documentación necesaria, fueron trasladados finalmente a Génova (Italia), desde donde se les ha devuelto a su país de origen.

Ivet Durán, directora ejecutiva de Asolatines y Aquí Bolivia, asociaciones que han trabajado de forma coordinada para atender a los afectados, ha declarado a LA OPINIÓN que el "término crucero no es el más apropiado para este tipo de viaje, puesto que los bolivianos embarcados no poseían billete de vuelta, ya que en realidad todos tenían como último destino España".

El caso del crucero de lujo 'Sinfonía' responde al aluvión de bolivianos que trataban de entrar en España antes del 1 de abril, fecha en la que entró en vigor la exigencia de visado para los ciudadanos latinoamericanos. Detrás de estos acontecimientos hay un trasfondo humano que, en ocasiones, alcanza tintes dramáticos. "Una de las bolivianas que embarcó en el 'Sinfonía' vendió su casa y abandonó todas sus pertenencias para venir a Murcia con sus tres hijos menores de edad. Su marido la estaba esperando aquí, pero al no tener el visado, el reencuentro no ha podido producirse". Ante estos problemas, Durán resalta que la responsabilidad recae enteramente sobre ciertas compañías y empresas sin escrúpulos que hacen su agosto con la situación desesperada de los inmigrantes y apoya las medidas tomadas por el gobierno español, pues "como asociación, también nos preocupa este éxodo imparable, ya que nuestro objetivo es que la comunidad boliviana viva dignamente y no en la miseria propia de la economía sumergida", concluyó Durán.