Tranquilos, decepcionados, pero sin una gota de resignación y muy expectantes a todo lo que se decía en la asamblea extraordinaria celebrada por el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura en el Aula de Cultura de Cajamurcia.

El preámbulo de lo que será la manifestación del próximo día 14 de julio se vivió ayer por la tarde en la Gran Vía de Murcia, donde unos dos mil regantes procedentes de las provincias de Alicante, Almería y Murcia se concentraron para demostrar que están dispuestos a llegar hasta donde haga falta para conseguir el agua necesaria para salvar sus cultivos. La consigna de ayer en la concentración que mantuvo cortado el tráfico alrededor de media hora en la plaza de la Fuensanta tras la reunión de los regantes fue el silencio. Algunos alzaron sus manos con botellas de agua y otros hicieron palmas; los que menos.

Naranjos, limoneros, granados, almendros, melocotoneros. Muchos ya aseguraban ayer que tendrían que "dejar morir la mitad" de sus cosechas. "Es un desastre; con 43 hectómetros cúbicos no hacemos nada. No vale la pena regar", denunciaba ayer Manuel Poveda, un agricultor de Crevillente.

Los agricultores reconocían ser conscientes del problema de la sequía, pero no se resignan; hay que buscar soluciones. "Hay agua pero no se ha repartido bien", denunciaba Román Pascual, secretario de Asaja en Elche mientras escuchaba por unos altavoces habilitados en la puerta del local lo que se decidía en la asamblea.

Matías Sánchez, de Ceutí, protestaba por la falta de solidaridad en este asunto por parte de la sociedad murciana. "Parece que el problema del agua es sólo de los agricultores y no es así, es un problema de todos", sentenciaba el agricultor.

Las teorías sobre por qué se ha adjudicado menos de la mitad de la cantidad esperada eran variadas aunque pesaba una: "Han querido dejar satisfechos a los regantes manchegos y a los del Levante y no han quedado contentos ni unos ni otros", comentaban muchos de los presentes.