La antigua Casa de las Delicias de Cieza iba a ser el corazón del gran parador turístico de El Maripinar y el inicio del corredor que uniría el valle de Cieza con el de Ricote. Se iba a convertir en un gran centro de ocio y esparcimiento situado en el mejor enclave de la Vega Alta.

Pero, como diría el poeta, «todo fueron palabras» para dar validez y dotar de dinero a los proyectos y concursos de ideas que a lo largo de los últimos 20 años han ido viendo la luz y que han costado a los contribuyentes varias decenas de miles de euros.

Han sido unos proyectos que nunca han visto la luz y, mientras el edificio sigue deteriorándose, existen personas que sí han sabido darle una utilidad a este viejo caserón adquirido por el Ayuntamiento en la década de los años noventa. Con la oscuridad de la noche como aliada, grupos de jóvenes aficionados a las ciencias ocultas acuden a menudo a ‘contactar’ con el más allá en el interior del antiguo inmueble, y todo ello a pesar del estado ruinoso en el que se encuentra.

Y es que, al parecer, también los seres etéreos han sabido ver las grandezas de este idílico lugar situado entre las aguas del río Segura, la huerta ciezana más tradicional y la emblemática sierra de la Atalaya. O por lo menos eso es lo que se desprende tras escuchar algunas de las psicofonías que los jóvenes parapsicólogos han podido ‘captar’. En una de ellas, y según Pedro Antonio, uno de los investigadores que en los últimos años han acudido al lugar, una voz tajante parece decir: «Esta casa es mía», mientras que en otra grabación, esta vez con tono infantil, se intuye la frase: «Vivo aquí».

La vivienda fue construida a finales del siglo XVIII por la familia Marín Barnuevo. En su fachada frontal se encuentra el acceso principal de la vivienda. El edificio se compone de tres plantas con forma rectangular con dos edificaciones anexas. Tiene varias habitaciones y un excepcional porche elevado en el que se puede divisar el río y la huerta ciezana.

Un concurso de ideas sin ‘premio’

El viejo caserón de las Delicias fue adquirido en 1997 por el ayuntamiento de Cieza por un montante cercano a los 180.000 euros. Desde entonces, las sucesivas corporaciones han ido programando una restauración que todavía no ha llegado.

El último concurso de ideas, al que concurrieron más de 200 arquitectos de todo el mundo, aportó un proyecto ganador subvencionado en su totalidad (49.500 euros) por la Comunidad. Contemplaba la adecuación del camino de acceso a la parcela desde la carretera que une Cieza con la autovía del Noroeste y el municipio de Mula (RM-532), así como la recuperación del paseo de palmeras para su uso lúdico. Asimismo, planteaba la limpieza del sotobosque y la introducción de especies autóctonas arbóreas que proporcionaran sombra, tales como nispoleros, jinjoleros, granados, almendros, limoneros y naranjos, especies que aportarían color y riqueza paisajística.

Respecto a la zona de estancia, el proyecto recogía una plataforma de nueva construcción de 660 metros cuadrados y la rehabilitación de un total de 360 metros cuadrados. La construcción tendría nueve habitaciones y dos suites, salas de reuniones, comedor y cafetería, así como distintas áreas de servicio.

El actual concejal de Turismo, Antonio Moya, ha asegurado estar trabajando en este asunto desde que comenzara su andadura en junio del año pasado. Preocupado por la situación en la que se encuentra el inmueble, ha explicado que el problema le fue trasladado al presidente de la Comunidad Autónoma, ya que, según ha señalado, «un proyecto de estas características no puede ser sufragado exclusivamente por las arcas municipales». Además, el edil ha apuntado que la idea «es dar un giro a una futura actuación, puesto que creemos que la construcción de un hotel no es la mejor idea». Por otra parte, y dado el mal estado que presenta la vivienda, desde el Ayuntamiento se ha prohibido la entrada al interior para evitar accidentes.