Aguas bravas, aventura, diversión, adrenalina, ilusión... Son algunos de los muchos adjetivos que pueden definir el descenso del cañón de los Almadenes, una de las actividades más esperadas del verano en la Región y que este sábado tuvo lugar en el municipio de Cieza de la mano de la Organización Juvenil Española -OJE-. Quince de las veinte embarcaciones inscritas, con alrededor de 70 tripulantes, atravesaron la garganta del Segura, esquivando grandes riscos y eludiendo los remolinos y torbellinos que abundan en este tramo donde el río Segura muestra su cara más salvaje.

Es la XXXI edición del Descenso del Cañón de Almadenes en balsas rústicas, la prueba que hace ya más de 30 años comenzó a realizar, casi de broma, un grupo de amigos ciezanos y que ha llegado a nuestros días como un gran operativo en el que, además de los aventureros, congrega a más de un centenar de personas en labores de logística y seguridad.

Y no es para menos, puesto que a la belleza sin igual del corazón del Segura, con el que los navegantes se deleitan, se suma no pocos riesgos derivados de la bravura con la que las aguas se deslizan por este espacio natural protegido. Por eso, se dieron cita miembros del GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil), de la Federación de Espeleología de la Región de Murcia, del Grupo GECA de la OJE de Cieza y los radioaficionados del Red de Emergencia en Radio -REMER- y del Radio Charlie Mike.

Especial protagonismo adquieren estos últimos voluntarios, puesto que se despliegan a lo largo de los más de cuatro kilómetros del Cañón con sus equipos de radio y, ante la ausencia de cobertura móvil, son los que mantienen informados a las fuerzas del orden y a los grupos logísticos de todo lo que está sucediendo en las entrañas del viejo Thader.

Convivencia y aventura

Al margen del aspecto puramente aventurero, el descenso sirve para establecer fuertes lazos de amistad entre todos los que participan en él. Se congregaron en el Polideportivo Mariano Rojas en la noche de este viernes y allí pernoctaron. A primera hora de ayer sábado partieron hacia el puente Calasparra y allí iniciaron el primer y más reposado trayecto. A mediodía llegaron a la Presa de la Mulata y tras una comida rápida se lanzaron de nuevo al río.

Pronto se toparían con los primeros rápidos y sus grandes piedras asociadas. Se trata de un gran esfuerzo, una lucha titánica entre el hombre y la naturaleza. Son los primeros kilómetros en los que la batalla con el torrente se hace interminable. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa, porque tras la desazón y el combate llegó la relajación y el sosiego en unas aguas que calman su enfurecida rabia y terminan desfilando, tranquilamente, entre paredes totalmente verticales de más de 100 metros de altura. Son los últimos 2.000 metros de un cañón que visto a bordo de una de estas singulares barcas transportan al viajero a un auténtico paraíso terrenal.

Y tras el gran esfuerzo, llegó la gran pernocta en el Camping de los Losares, otro increíble lugar cercano a la central eléctrica donde, además del merecido descanso, se aprovechó para cenar, reír y entregar una serie de reconocimientos a los miembros de la OJE más veteranos. La cita con Almadenes y el Segura termina hoy, cuando tiene lugar la última etapa. Los participantes se van a montar de nuevo desde las diez de la mañana en sus balsas rústicas y llegarán a Cieza sobre la una del mediodía, donde concluirá esta treinta y una edición de este clásico de los veranos en la Región.