Como cualquier otro día, Miriam (nombre ficticio), de 11 años, se encontraba el pasado 12 de diciembre en el parque del Toro de Cieza jugando con sus amigas. Sin embargo, en un momento dado, un grupo de al menos diez chicos y chicas, todos menores excepto uno de ellos, la condujeron presuntamente a la fuerza hasta un almacén municipal del Centro de Iniciativas de Empleo (Imfoem).

En el interior del citado inmueble, según ha relatado su madre y según consta en la denuncia presentada ante la Guardia Civil, sometieron a Miriam, que tiene acreditada una discapacidad del 82% al nacer con el denominado síndrome de ´Treacher Collins´, a una serie de vejaciones, incluyendo tocamientos y agresiones.

«Alguien les abrió la puerta del almacén, empezaron a fumar delante de mi hija y quisieron desnudarla. Le quitaron los zapatos y los pantalones e intentaron quitarle las bragas, pero ella se negó», relata la madre, María del Carmen Ríos, que, desconsolada, asegura que no ha tenido más remedio que hacer públicos estos hechos ante «la pasividad de las autoridades».

«Fui a buscar a mi hija, pero no la encontraba en ninguno de los sitios donde ella juega habitualmente. Poco después me llamó por el móvil, llorando, pero no pudo decirme donde estaba porque se quedó sin batería. Yo, muy nerviosa, di parte a la Policía Local y salí a buscarla, encontrándola cerca del Camino del Cementerio», añade la madre de Miriam.

«Cuando me vio, se desplomó. Iba sucia, despeinada y con los pantalones caídos. Fuimos a poner la denuncia al cuartel de la Guardia Civil y después la llevamos al Hospital». Según el testimonio de la progenitora, en el centro hospitalario se constató que no fue consumada una violación, ya que no existían síntomas de penetración, pero sí se pudo atestiguar que hubo agresiones. Habida cuenta de los hechos, y según afirma la madre de la niña, se habrían producido en una dependencia de la Escuela Taller de Cieza. Esta redacción contactó con representantes municipales, que declinaron realizar cualquier tipo de declaración al estar ya el asunto en manos de la justicia.

Pero a la espera de que se celebre el juicio, los padres de Miriam aseguran que no viven tranquilos y que, desde que se produjeron los hechos, los jóvenes, presuntos agresores de la menor, continúan con los acosos. «Mis dos hijas no viven tranquilas, porque estos jóvenes no paran de amenazarlas. Incluso a nosotros nos molestan en el bar que regentamos. Por eso, pedimos a las autoridades que nos hagan caso y que obliguen a estos jóvenes a que se alejen», piden los padres de la menor.