Con las siguientes líneas un somero repaso a la vida de Manuel Juan Carrillo Marco, el escultor de Los Dormis, aquel que fue verdadera pieza capital en la reinvención de la Semana Santa de Cieza, tal y como aseveraban Enrique Centeno y José Villa Señas en el artículo que escribieron en la publicación El Anda de 2008 Manuel Juan Carrillo Marco: El arte de una vida.

Manuel Juan Carrillo Marco nace en la calle Presbítero Marco (actualmente, calle Cartas) el 28 de junio de 1915. Por aquel año, su padre, Manuel Carrillo García, también escultor, se había establecido temporalmente en Cieza con el fin de trabajar en la Basílica de la Asunción, dejando su lugar de residencia habitual, Villanueva del Segura. Con el paso del tiempo, instalaría su taller de forma definitiva en la villa murciana, asentándose en la misma con su familia.

Naciendo nuestro escultor como fruto de la relación entre Manuel Carrillo García y Mercedes Marco, Manuel Juan pronto comenzó a entrar en contacto con la madera, y con tan solo catorce años de edad, comenzó a ayudar a su padre en el tallado de obras, aprendiendo rápidamente el arte de la gubia, y erigiéndose golpe tras golpe como heredero del taller familiar, pues a esta pronta edad ya había realizado algunas creaciones propias, lo que hacían presagiar el futuro que le esperaba al pequeño Manuel Juan. Sin embargo, el horror de la Guerra Civil frenó de lleno su increíble proyección, teniendo que dejar de lado la talla sacra para ser destinado a tareas de cartografía militar, como consecuencia de su perfecto dominio del dibujo, pues Carrillo dominaba en gran medida todas las artes.

Etapa en Valladolid

Durante su vida hay un hecho que marca su trayectoria, y es la entrada en contacto con la escuela de escultura castellana. Durante un tiempo, tuvo que ser ingresado en un hospital de Valladolid como consecuencia de unas fiebres. De esta manera, conoció al doctor, y a la vez escultor, José Cilleruelo, en cuyo taller entraría y tendría lugar su formación, o más bien la continuaría. Durante su estancia en Valladolid, realizaría varias visitas al Museo Nacional de Escultura, museo por antonomasia del arte sacro nacional, dichas visitas dejan en Manuel Juan una extensa huella, quedando influenciado para siempre por las obras de los grandes imagineros de la escuela castellana, como bien pueden ser Gregorio Fernández, Juan de Juni o Berruguete.

Tras varios años de periplo por la Meseta de España, como bien he comentado anteriormente, en 1941, Carrillo Marco regresa a Cieza, y con veintiséis años releva a su padre en el taller familiar, que pronto viviría su etapa más fecunda, ya que al acabar la Guerra Civil, comienza una atareada y laboriosa labor, encaminada a restaurar y crear nuevo patrimonio sacro para la Región de Murcia y otros territorios de España y Latinoamérica, siendo Carrillo Marco el pilar sobre el que muchas cofradías de la Semana Santa de Cieza se sustentarían en los tiempos de la posguerra española, en efecto extraña es la cofradía para la que Carrillo no realizó algún boceto, diseñó algún enser o mostró su dominio de la talla ornamental en tronos, dejando auténticas joyas para la posteridad, destacando por encima de todos el trono Santa María Salomé (1956), verdadero alfa y omega de los tronos que se encuentran bajo la denominación de ´tronos de salón´, tan propios de la Semana Santa de Cieza.

El grupo del Resucitado, primera gran obra

Es en 1942 cuando comienza a trabajar en su primera gran obra para la Semana Santa ciezana: el grupo de Jesús Resucitado, encargo del gremio de panaderos con el fin de ser el titular de una cofradía de penitencia. Esta creación es la que catapulta a Manuel Juan, pues a partir de entonces le serían encargadas numerosas obras de gran envergadura para Cieza, caso de La Samaritana (sustituida posteriormente por una obra de José Planes Peñalver), El Santo Sepulcro, La Entrada de Jesús en Jerusalén, El Beso de Judas, etcétera. Demostrando el escultor el dominio de la talla y la policromía, y sobre todo una gran comprensión del espacio y de la distribución de las figuras en los conjuntos escultóricos.

Carrillo Marco no solo dejó obra en su querida Cieza, sino que, y como hemos señalado anteriormente, también trabajó para otras poblaciones de la Región de Murcia y poblaciones más allá de los límites de nuestra comunidad autónoma, realizando Dolorosas, Oración en el Huerto, La Flagelación o alguna Soledad, influenciadas por el canon que instauró Salzillo , y que por otro lado, limitó mucho el propio desarrollo de los escultores de aquella época , pues muchos encargos llevaban marcado en rojo el hacer una obra a imagen y semejanza de la que tenían antes de la Guerra Civil.

Es necesario para comprender la obra de Carrillo Marco destacar algunas obras como San Bautista o el Señor de la Columna de Archena (Murcia); el Calvario y Jesús Nazareno de Lorca (Murcia); una Inmaculada concepción para la localidad murciana de Molina de Segura; Nuestra Señora del Rosario, patrona del municipio murciano de La Unión; Jesús Nazareno de San Vicente del Raspeig (Alicante) y un sinfín de obras repartidas por la geografía española y latinoamericana.

El 5 de diciembre de 1988, Cieza lloraba la pérdida del primer gran imaginero que había nacido bajo el amparo de la Atalaya y la protección del Santísimo Cristo del Consuelo. Ese día Cieza perdía a un gran tronista, pintor, músico, persona y, por encima de todo, escultor. Pero siempre nos vuelve a la memoria cuando lo vemos aparecer como romano en su 'Niño Resucitado'. «Manuel Juan Carrillo Marco, el hombre y el artista, sigue presente en el clarear de un siglo al que no pudo asomarse. Sus paisanos todavía se arrodillan ante sus imágenes para verter en ellas sus tristezas y alegrías, su nombre sigue repitiéndose en tantas celebraciones cofrades y en tantas conversaciones de los que le quisieron y le añoran».