Solo quedaba orar por él en Cartagena

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno sacó a la calles de Cartagena en la tarde noche de este Sábado Santo un cortejo pasional en el que mostraba la pena de los primeros cristianos por el asesinato de Jesucristo en la Cruz hace más de dos mil años.

Esta procesión, que salió a las siete de la tarde de la Iglesia de Santa María de Gracia, con el Santo Cáliz abriendo el paso, constituye un grito de tristeza y al mismo tiempo de esperanza. Una oración de los capirotes, nazarenos y portapasos por el Dios hecho hombre, con el deseo y la confianza de que al tercer día resucitará.

Con esta representación bíblica convertida en arte y marcialidad, la cofradía morada mostró cómo quedó marcado el Santo Sudario con la muerte de Jesús, de la misma manera que quedaría marcada para siempre la historia de la Humanidad.

Seguidamente los marrajos recordaron el Santo Amor de San Juan en la Soledad de la Virgen en la Soledad de la Virgen (José Capuz, 1953), una clara muestra de apoyo y respeto a la madre del maestro, realmente impotente ante la crueldad del ser humano.

A ese llanto se sumaron en la calle del Duque las Santas Mujeres, procedente de la sede del Rectorado de la Universidad Politécnica de Cartagena, portado a hombros de mujeres en un año en el que han estrenado los pies y las manos de la Virgen de la Soledad, que desde este año ahora van en posición de rezo, cuando antes las llevaba al pecho.

Los marrajos también sacaron a la calle la Vera Cruz, para hacer reflexionar a todos sobre cómo una decisión errónea puede hacer cambiar el mundo.

Las procesiones marrajas concluyeron con el canto de la Salve a la Virgen de de la Soledad de los Pobres (obra de Juan González Moreno, 1956), que salió escoltada por el piquete de Granaderos, con la mirada puesta en la Resurrección de Cristo y en que el próximo año tengan la misma suerte con las inclemencias meteorológicas, ya que han podido lucir todas sus procesiones y traslados..