Semana Santa

Los marrajos conquistan las calles todo el Viernes Santo con cinco procesiones

El centro de la ciudad portuaria fue invadido por la cofradía morada desde la medianoche hasta el fin de la procesión del Santo Entierro

Pablo González

Los granaderos y romanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno partieron a las doce y cinco minutos de la noche de la calle Jara. Desde allí, comenzaron a recorrer las calles del centro de la ciudad para pregonar que «el Viernes Santo es marrajo».

La cofradía morada lo dejó bien claro desde ese momento, pero especialmente cuando, a partir de las dos de la madrugada, empezaron a desplegar las cuatro procesiones que conforman el Encuentro marrajo.

La primera en salir, desde la Iglesia de Santa María de Gracia, fue la del Santo Cáliz, los granaderos, la Condena de Jesús, la Primera Caída y la Verónica.

Le siguió la Agrupación de los Estudiantes, con el Cristo de Medinaceli desde la Escuela Técnica de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Cartagena (Antiguo Hospital de Marina), que estrenaba el estandarte, obra de Guillermo Polo Villanueva.

Los soldados romanos acompañaron a las dos y media al titular de la cofradía en su salida desde la Pescadería, en el Barrio de Santa Lucía. A esa hora se abrió la verja y ‘El Jesús’ comenzó, muy bien acompañado, su subida hacia la plaza de la Merced.

Encuentro

Los tronos de San Juan Evangelista y la Virgen Dolorosa, conocida como ‘La Pequeñica’, partieron en procesión, ya a las dos y cincuenta minutos, hasta la esquina del Palacio Aguirre, en la plaza del Lago, donde se encontraron los cuatro cortejos ante una multitud.

Miles de fieles de todas las edades se amontonaron emocionados con el baile de los tronos de ‘El Jesús’ y la ‘Pequeñica’ a hombros de los portapasos mientras sonaba el himno nacional, a la cuatro y media de la madrugada, con San Juan como testigo. A continuación, la multitud entonó una sentida Salve cartagenera y se escuchó una saeta antes de volver a formar los tercios para continuar juntos hasta la Iglesia de Santa María.

La noche fue larga, pero Cartagena recibió con las calles y los bares llenos de cartageneros y turistas a un cortejo con el que, un año más, no pegó ojo.

Pero el Viernes Santo siguió con la procesión, también marraja, del Santo Entierro de Cristo, que congregó a decenas de miles de personas en las calles de Cartagena para que les acompañaran en el sentimiento.

Doce tronos

Esta representación de lo ocurrido hace más de dos mil años se mostró a través de los doce tronos de los que seis salieron de las manos del escultor José Capuz: El Jesús, Descendimiento, La Piedad, Cristo Yacente, San Juan Evangelista, y la Virgen de la Soledad.

El Santo Cáliz, el Expolio de Jesús, la Santa Agonía de Cristo, la Lanzada, Santo Entierro y Santa María Magdalena completaban los pasajes bíblicos con los que los marrajos predican cada año.

El arte escultórico se complementó con el desfile militar de los granaderos y soldados romanos, así como con el arte de los hachotes, las túnicas y sudarios de unos capirotes que marcaban un paso uniforme al son de unas bandas, que con su música anunciaban que el hijo de Dios había sido asesinado por los seres humanos, aquellos que él mismo creó.

Quizás por ello, los representantes de las generaciones actuales en el Ayuntamiento volvieron a salir vestidos de luto tras el Santo Entierro, como si la sociedad entera pidiera disculpas por lo que irreparablemente ocurrió aquella noche en la que, como en esta ocasión, brillaba la luna.

Esta vez se incorporaron cuatro penitentes con vestuario negro que desfilaron mientras portaban velones a los costados del trono del Cristo Yacente, los llamados ‘malditos’.

Tampoco faltaron los nazarenos morados que con sus caramelos endulzaban al público, especialmente a los más pequeños, mientras transcurría esta catequesis itinerante.

Entre las novedades de este año se han incluido nuevos fajines, fiel reproducción de los anteriores, de los portapasos de San Juan Evangelista.

Por su parte, los portapasos de la Virgen de la Soledad estrenaron nuevos fajines, en raso negro y bordados en hilo de oro, y nuevas puntas de vara para el trono diseñadas por José Pérez Martínez, quien se inspiró en los grabados que lleva el trono.

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