Semana Santa

Sacrificio a oscuras y en silencio en Cartagena

Solo la luz de las velas muestra que habrá luz al superar la muerte

Procesión del Jueves Santo en Cartagena.

Procesión del Jueves Santo en Cartagena. / Iván Urquízar

Pablo González

La procesión del Silencio transmitió indefensión y la apariencia de la imposibilidad de que el hijo de Dios se defendiera de los hombres que lo flagelaron y lo colgaron en la cruz.

Cartagena rememoró, un año más, esta triste noche en la que solo la luz de las velas y una luna menguante, visible al 88%, mostraba que habrá luz después del sacrificio.

Sin música, sin apenas flores y con el predominio del olor a incienso y romero, se escuchaba cómo los hachotes apoyaban en el suelo con la marcialidad propia de la Semana Santa cartagenera.

Sin menores procesionando, ni reparto de caramelos, con las cabezas cubiertas y cumpliendo un reglamento que data de 1928, el tercio del Ósculo y el del Ecce Homo acompañaron al trono del Ecce Homo, al que abrían paso las voces de la Capilla Musical California ‘Francisco Zabala’.

Le siguieron el tercio y trono del Cristo de los Mineros, el tercio y trono de la Vuelta del Calvario, cuyas imágenes han sido restauradas por Macarena Poblaciones.

Al cierre de esta edición, estaba previsto que antes de las doce de la noche terminaran las procesiones californias de este año el tercio y trono de la Santísima Virgen de la Esperanza, escoltado por el piquete de la Sección de Honores de la Agrupación de Granaderos.

Termina así para los cofrades encarnados una Semana Santa marcada por las suspensiones por las inclemencias meteorológicas, pero empieza de nuevo la cuenta atrás para preparar las procesiones del próximo año, a las que llegarán aún con más ganas.

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