Hostelería
El penúltimo adiós al restaurante Barrio de San Roque de Cartagena
El emblemático local de la calle Jabonerías cerrará sus puertas el próximo sábado 28 por la jubilación de su dueño, José Antonio Nieto, quien afirma que ahora podrá “vivir la vida”

Penúltimo adiós al restaurante Barrio de San Roque de Cartagena / L.O.
Excelente cocina y calidad. Cenamos y es imposible que fuese mejor. Trato de los camareros impecable, con buen servicio. Un acierto total. Despedida triunfal. Son solo algunas de las reseñas que cualquier interesado puede consultar en internet sobre el restaurante Barrio de San Roque, en la calle Jabonerías de Cartagena. Uno de los más emblemáticos de la ciudad y que, si nadie lo remedia, cerrará sus puertas el próximo sábado 28, tras completar el servicio de comidas. Lo hará por la jubilación de su dueño, José Antonio Nieto, quien ha estado al frente del negocio junto a su mujer Ana María Martínez desde diciembre de 2000, cuando abrió sus puertas. Existen conversaciones con empresarios que podrían dar sus frutos, pero eso ya es harina de otro costal. Para José, a partir del día 28 toca “vivir la vida”.
Y es que, en un desayuno con los medios de comunicación y amigos este martes, el alma mater del Barrio de San Roque avanza que una vez eche la persiana dejará atrás el estrés del negocio para “pasar una tarde tranquilo con mi mujer, viendo una película en la televisión”. Esa es la definición de ‘vivir la vida’ de alguien que ha estado los últimos 24 años al servicio de sus comensales. “Algo tan simple como eso”, dice José.
Ha escrito una carta de agradecimiento a toda la ciudad y a aquellas personas que a lo largo de todo este tiempo le han dado aliento y fuerza para seguir adelante, “en los buenos y los malos tiempos”. Sobre los primeros, “muchos y muy bonitos”; sobre los segundos, tres claramente identificados. José se remonta a 2003 para hablar de la peatonalización, que si bien acabó asentándose en el día a día de la ciudad, los primeros meses fueron muy duros al cortar de la noche a la mañana el tráfico rodado por la zona. Recuerda también la crisis de 2007 y, sobre todo, la pandemia del coronavirus, que incluso le obligó a redefinir el negocio con una reducción del número de comensales y un trato aún más individualizado si cabe. El día a día de cinco “compañeros de trabajo”, su mujer y él mismo han conseguido hacer del Barrio de San Roque una referencia en la ciudad de la restauración con mayúsculas.
Aunque José se quita mérito y al hablar del cambio que ha dado la hostelería en los últimos 24 años lo tiene claro: Magoga ha situado a Cartagena en el mapa. Y es que, para él, el restaurante de María Gómez y Adrián de Marcos “ha cambiado la vida gastronómica de la ciudad” con la consecución de la Estrella Michelín. “Ha sido una lanzadera, un antes y un después”, afirma, rodeado de pegatinas de la afamada guía y de la Repsol que adornan la entrada del local desde 2014 por la calidad de su servicio y de su carta. La propia María ha participado en el desayuno de despedida. También Félix Sánchez, del restaurante Columbus, “el decano del sector”; Ana Correa, presidenta de la Confederación de Organizaciones Empresariales de Cartagena (COEC); Tomás Martínez Pagán, empresario y gurú gastronómico y social de la ciudad; y Manuel Ponce, amigo personal de José.
A las Islas Canarias, junto a su hijo
Lo que pase con el restaurante, los próximos días dirán. José tiene claro lo que hará junto a su mujer: “ahora iremos a daros el follón a vosotros”, reza su carta de despedida tras agradecerle a su hijo Pedro haber sido su “guía, faro, acicate, ilusión y alegría”. Y lo hará en las Islas Canarias, donde su vástago vive y donde José y Ana María pasarán una amplia temporada “cocinando, sí, pero para mí y los míos”.
Será a partir del próximo día 28. Mientras, los fogones del Barrio de San Roque siguen a máxima potencia para deleitar a los rezagados que aún no conocen el lugar y para que los más asiduos guarden ese sabor inconfundible de los profesionales que han creado gastronomía desde el número 30 de la calle Jabonerías durante los últimos 24 años. Una prueba: José se despedía de los invitados sobre las once de la mañana, mirando el reloj. El servicio de comidas arranca a las 13.30 horas.
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