Carthagineses y Romanos, sin distinción entre vencedores y vencidos, se dieron este sábado la mano para hacer gala de todo lo que tienen que ofrecer esta histórica celebración. Unos 6.000 festeros, en los que apenas se notó el cansancio acumulado después de tantos días de celebración, tomaron las principales calles de la ciudad ante la mirada expectante de cartageneros y visitantes.

El evento contó con la participación de las 50 tropas y legiones y con grupos invitados, como uno procedente de Los Alcázares, así como de otros puntos de la geografía española, que también quisieron aportar su grano de arena para hacer más grande si cabe estas fiestas. Acudieron pues festeros de Linares, Ibiza o Lugo, ataviados con los trajes típicos de las celebraciones históricas de sus ciudades.

A su salida desde la Plaza del Ayuntamiento eran presentados con una breve descripción de una ‘speaker’, que también se encargó de relatar la historia de cada grupo en inglés. "Fíjate, para que se enteren los extranjeros, qué nivel tenemos este año", le comentaba una festera a su amiga.

Durante la marcha se mostró todo el poderío de estas fiestas. Falcatas, gladius, lanzas, escudos y relucientes, detallados y coloridos trajes, algunos incluso adornados con pieles, que a su paso eran aclamados por los niños. "Yo de mayor también quiero vestirme así papá", le decía ilusionado el pequeño Daniel a su padre tras el paso de un grupo de legionarios.

Juanma, de la tropa carthaginesa de Quart-Hadast, portador del estandarte y encargado de guiar a su grupo, esperaba con los suyos el momento de marchar. Festero desde nacimiento, lleva desde los dos años, cuando todavía estaba aprendiendo a dar sus primeros pasos, participando en el desfile. Para él las fiestas son "tradición, un momento familiar y para disfrutar con los amigos".

En el bando romano, los pequeños José Álamo y Sofía Victoria, que representaban a mini Escipión y mini Emilia Paula, momentos antes de que partiera su grupo aguardaban expectantes junto a la fuente de Héroes de Cavite. "Me encanta la fiesta de Carthagineses y Romanos, además es una excusa para dejar un poco la ‘play’", bromeaba José. "Estoy muy contenta por poder desfilar subida a la carroza", reconocía Sofía.

El desfile también contó con la participación de varios grupos de animación. Malabares con fuego, acróbatas y grupos de danza que dotaron al desfile de un gran dinamismo y espectacularidad y cuya presencia fue agradecida y muy aplaudida por los miles de visitantes que se dieron cita en la ciudad portuaria. Además, grupos de gladiadores mostraron sus dotes de lucha, las bandas de música vistieron de notas el desfile, y se exhibieron máquinas de guerra de la época y espectaculares carrozas. La que portaba al general romano Escipión y a su mujer Emilia Paula, movida por cuatro mulas este año, acaparó todas la miradas de los espectadores. En el bando carthaginés, el general Aníbal y la princesa Himilce, que también iban subidos a una ostentosa carroza, eran aclamados a su paso.

No se contó este año con la presencia de más animales, "ya que la intención fue la de minimizar la cantidad de excrementos que quedan en la vía pública tras el desfile", según aseguró a La Opinión el vicepresidente del área festera, Mariano Pérez. Sin embargo, sí que hubo esculturas de éstos, como ‘Trompi’, el elefante de la tropa de Asdrúbal, desde el que lanzaban caramelos para los pequeños; el águila de Roma o Luperca, la loba que amamantó a Rómulo y Remo.

Este domingo se pone el broche final

Carthagineses y Romanos llega a su fin. El broche final a las que han sido unas fiestas para el recuerdo lo pone este domingo el apagado del Fuego Sagrado que se encendió hace 10 días en lo alto del Molinete. En torno a las 21.30 horas, las vestales, sacerdotisas, sacerdotes y representantes de Tropas y Legiones, recorrerán las calles del recinto festero, apagando y silenciando a su paso todos los campamentos, para llegar al escenario en el que se apagará la llama y se entonará el himno de Cartagena. Un castillo de fuegos artificiales coronará la velada para poner fin a la fiestas.