Aníbal ya está listo para la batalla. Con los últimos rayos de sol iluminando la ciudad, arribaron al Puerto las temibles tropas carthaginesas procedentes de la mismísima Carthago africana. Allí les aguardaba su general. También acudieron a la llamada del estratega iberos y celtas. Entre todos conforman, en palabras del propio Aníbal, "un grupo de hienas, mercenarios que se degollarían sin dudarlo en cualquier otra circunstancia, pero que hoy se convertirán en leones y lucharán por la libertad y por llevar a Qart Hadast a la eternidad".

La evolución del acto del Desembarco y la Contratación de Mercenarios con el paso de los años es evidente. "No tiene nada que ver con cómo era hace diez años. El escenario, las pantallas, el juego de luces, el uso del humo, la música… Es todo mucho más espectacular y épico", declaraba José, un cartagenero que lleva años viendo la obra y que este jueves tampoco quiso perdérselo. La interpretación también contó este año con una puesta escena renovada, con trajes más vistosos y detallados que en años anteriores.

Los soldados carthagineses llegaron a la explanada portuaria en el tradicional remolcador Boluda. Cuatro tropas desembarcaron en la Terminal de Cruceros, donde apenas había unos pocos que vieron el desembarco por casualidad, ya que el acto no se anunció por ningún canal oficial. Desde ahí desfilaron hasta el escenario de Plaza Mayor.

"Al igual que el Oráculo de la diosa Tanit lo fue para la princesa Himilce, este jueves lo fue para su marido, Aníbal", según aseguró a La Opinión Víctor Nieto, el actor que ha dado vida al general carthaginés hasta en tres ocasiones seguidas. "Es el momento en el que Aníbal se reivindica como general y como personaje", apuntó.

Al culminar la escenificación, Aníbal, montado a caballo, y sus tropas formadas por cientos de personas partieron hacia Roma (el campamento festero) en un desfile por la calles de la ciudad en el que presumieron del esplendoroso poderío carthaginés.