La Botica del Libro es un proyecto sin ánimo de lucro que nace y opera en dos barrios con altos índices de marginación social y cultural en Cartagena: Lo Campano, donde se ha centrado en dar apoyo a los niños para reducir el absentismo escolar, y José María Lapuerta, que cuenta con un alto porcentaje de población inmigrante, por lo que, bajo el mismo contexto de biblioteca, funciona como centro intercultural.

Con la firme convicción de que el poder de los libros puede cambiar la vida de las personas, los integrantes de este proyecto recetan lecturas «curativas» -de ahí el nombre de ‘botica’- contra la exclusión y la marginalidad, contra la alta tasa de fracaso escolar en las familias de bajos recursos que habitan en su entorno, contra el racismo... Pero no sólo esto; también aseguran meriendas a los niños beneficiarios y funcionan como mediadoras de la asociación de vecinos.

Se autodenominan un «proyecto humilde», lo que contrasta con sus reconocimientos nacionales e incluso europeos: en 2007, tres años después de que naciera la Botica, recibieron el Premio Nacional Fundación La Caixa, sólo un adelanto de los múltiples galardones con los que serían condecorados -incluido el Premio Nacional de Fomento a la Lectura, otorgado en 2018. A pesar de ello, Marina Campos, presidenta de La Botica del Libro, señala que esto no ha servido de nada.

«La mayoría de los premios no llevan consigo un euro ni nos han facilitado encontrar patrocinadores», lamenta, señalando que el proyecto se nutre principalmente de sus propios bolsillos, así como de las pequeñas aportaciones de particulares. «A veces nos traen algo de merienda para los niños o materiales de limpieza».

Pero esto no resulta suficiente. «Lo que nosotros necesitamos son patrocinadores fijos para contar con un fondo; nuestro principal problema es que hace unos años recibíamos una subvención de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena y otra de la Concejalía de Servicios Sociales, pero han dejado de darnos las ayudas de Cultura y, para pedir cada año la otra, tenemos que aportar al proyecto la misma cantidad que pedimos», explica Campos.

El Ayuntamiento dice que el proyecto debe ser viable

Desde el Ayuntamiento de Cartagena indican que «las condiciones son iguales para todas las iniciativas que piden ayudas», y que cada proyecto se subvenciona al 50%, debido a que ellos también necesitan un indicativo de que iniciativas como La Botica del Libro son viables. En cualquier caso, desde la Concejalía de Servicios Sociales explican que no sabían que este proyecto pasaba por apuros económicos; «no se nos había notificado», aseguran. 

De hecho, explican que «le corresponde a los responsables de La Botica sentarse con Servicios Sociales para negociar las condiciones de su subvención y explicar bien su situación, ya que quizás podrían tratar de encontrar otras vías de las que salgan beneficiados».


Por ejemplo, en los últimos años el presupuesto con el que han contado ha sido de 6.000 euros, por lo que han recibido 3.000 del Ayuntamiento. Pero este presupuesto no se corresponde con la realidad. Campos indica que «no se acerca a todo lo que necesita el proyecto» al ser cofinanciado y tener que pagar el 50%, nos resulta imposible pedir más. «Estas condiciones nos tienen ahogados», admite.

Ana Martínez, una de las fundadoras de La Botica, explica a LA OPINIÓN que la iniciativa ha sido apoyada desde sus orígenes por el Ayuntamiento de Cartagena, y que gracias a la Concejalía de Juventud cuentan con el local en Jose María Lapuerta, por lo que siente mucho agradecimiento hacia la institución; pero que, a día de hoy y debido a las características de sus actividades, el dinero que reciben resulta insuficiente, por lo que, para el próximo año, necesitarán una parte de financiación propia, por lo que buscan patrocinadores. "Seguimos y seguiremos caminando acompañados por el Ayuntamiento de nuestra ciudad".

«Nosotros tenemos presencia en dos barrios donde los niños no tienen ni para comprarse libros o tener wifi en casa», lamenta Campos. «Les hacemos fotocopias con los deberes, intentamos que tengan acceso a internet, les damos de merendar... y todo eso durante cinco días a la semana. Es obvio que las cuentas no salen», añade.

Ahora buscan remover la conciencia ciudadana, y especialmente la de empresas interesadas en patrocinar proyectos sociales de la Región.

Sólo con esto, junto con la ayuda de las instituciones públicas y de la sociedad cartagenera, podrán salir a flote, continuando su valiosa labor social.

A Martínez se le ilumina la cara recordando que el proyecto «tiene una estrella»; que, desde que empezó, ha salido hacia delante a pesar de las adversidades, por lo que confía en que así siga siendo.

Frente a todo, como indican, citando a Pessoa: «Quedó la certeza de que había que seguir», aunque esto fuera «haciendo de la caída un paso de danza, del miedo una escalera».