El cartel más visto en la calle del Aire es el de ‘Se vende’ o ‘Se alquila local’. Los bajos de esta emblemática vía, aledaña a la calle Mayor, se han ido vaciando de comercios, restaurantes y bares de copas hasta quedar en una calle casi desértica.

Cada sector -el inmobiliario, el hostelero y el comercial- lo achaca a razones diferentes, pero la degradación del casco histórico ha sido uno de los puntos en común.

Luis Miguel Pérez Adam, cronista de Cartagena, remonta las causas a los años 80, cuando la calle del Aire y, en general, todo el centro neurálgico de la ciudad, dejó de ser un atractivo para vivir en él. La gente empezó a habitar en las barriadas y nuevas urbanizaciones, lo que provocó que esta vía pasara a convertirse en «zona de ocio para trasnochar la juventud». «Es la misma historia que muchas otras calles del casco antiguo», matiza Pérez. «Al perderse la vida de los vecinos, o están los bares o no hay nada», ya que los comercios se trasladaban a las urbanizaciones y grandes superficies. «El casco antiguo está muy castigado. ¿Quién va a querer vivir en la calle del Aire cuando en las urbanizaciones están todos los servicios?», reflexiona el cronista.

En esta vía, la mayoría de los edificios están deshabitados, muchos de ellos en obras para conservar sus fachadas modernistas.

No es el público de los bares

«Es una calle estigmatizada», piensa Juan José López, presidente de Hostecar. «Que los hosteleros abandonen esta calle viene de hace tiempo, aunque también ha ayudado la covid». Indica que hace unos cinco años era el centro de ocio de la ciudad. Según el presidente, el problema vino cuando los más jóvenes decidieron empezar a hacer botellón en esta calle. Eso solo le trajo problemas por el ruido a los locales de copas de la zona. «Muchos decidieron recuperar la calidad de sus negocios trasladándose a otras calles como Honda o plaza de San Francisco», explica López.

Es el caso de Aitor García, gerente del restaurante El Purgatorio en la calle Honda, que decidió abrir hace dos años el bar de copas La Sala Delirium en un bajo de la calle del Aire. «Parecía que había una recuperación económica de la zona y varios hosteleros decidimos montar varios locales, pero vimos que no era rentable. En cuatro meses cerramos porque no era el público que buscamos», dice García.

El desalojo de los comercios

En cuanto a los comercios como las zapaterías, tienda de cortinas y comestibles que ocuparon esta vía, llevan años con la persiana bajada «al igual que otras calles céntricas», valora Antonio Sánchez, presidente del Centro Comercial Abierto. Añade que la pandemia solo ha incrementado la situación por la que atraviesa el comercio tradicional desde la llegada de los centros comerciales y la mala accesibilidad al centro.

Tanto el sector de la hostelería como el del comercio piden un Plan Estratégico de Turismo que rehabilite estas calles entrañables para beneficiarse de su encanto.